"Lo que mas aterrorizaba a Liss de Hitler era la inconcebible
yuxtaposición que se daba en él de elementos contradictorios: era el
maestro absoluto, el gran mecánico, dotado del cinismo y la crueldad
matemática más refinada, superior a la de todos sus colaboradores más
estrechos juntos. Pero, al mismo tiempo, poseía un frenesí dogmático,
una fe fanática y ciega, una falta de lógica bovina que Liss sólo había
encontrado en los niveles más bajos, casi subterráneos, de la dirección
del Partido. Creador de la varita mágica y sumo sacerdote, era al mismo
tiempo un feligrés oscuro y frenético."
Vasili Grossman, Vida y destino, p. 615