Maitre de Cambrai (s. XIII) - Martirio de San Valentín
Vincent de Beauvais, Miroir historial
BNF- Bibliothèque de l'Arsenal, Ms-5080, fol. 197r.
La festividad de San Valentín, auspiciada por el papa Gelasio I, comenzó a celebrarse en el año 494 d.C, quien tomó la medida de celebrar una festividad católica el 14 de febrero, con el fin de anular y prohibir la fiesta pagana de las Lupercales que se celebraba desde la Antigua Roma cada 15 de febrero en honor a Lupercus, protector de los pastores y sus rebaños y como homenaje a la loba que amamantó a los gemelos Rómulo y Remo, destinados a fundar Roma según la leyenda.
Tal como ya se había hecho con otras festividades paganas, Gelasio I necesitaba anteponer otra fiesta a la celebración de las Lupercales, por lo que escogió el del Santo que caía justo un día antes y que se suponía que había vivido dos siglos antes: ‘San Valentín’. La veracidad histórica de este santo es bastante dudosa, dado que existen varios personajes a quienes se adjudica el mismo nombre y la misma fecha de martirio.
No se tenía muy claro quién era este santo, que venía a suplir esa importante fiesta pagana, pero alrededor de él se crearon infinidad de leyendas, la mayoría desmentidas con el transcurso de los siglos, que indicaban que Valentín había sido un bondadoso médico romano que decidió hacerse cristiano y ordenarse como sacerdote, y como tal ofició un buen número de bodas entre jóvenes enamorados. El problema residía en que en aquella época (año 270 d.C) los soldados no podían contraer matrimonio, pero muchos fueron los que quisieron hacerlo para unirse a sus amadas. Según explica la leyenda, el emperador romano Claudio II se enteró de lo que estaba realizando Valentín y ordeno ejecutarlo, convirtiéndose el religioso en un mártir y referente de todos los enamorados.
Y como festividad religiosa se estuvo celebrando a lo largo de los siguientes quince siglos, hasta 1969, año en el que bajo el pontificado de Pablo VI la Iglesia Católica decidió eliminar San Valentín como festividad del calendario postconciliar, pasando a ser esta una fecha con santo pero sin celebración.
Pero por aquel entonces la comercialización del Día de San Valentín como fecha del Día de los Enamorados ya estaba totalmente instaurada en la sociedad de consumo.
El primer registro que existe sobre la comercialización de esta fecha es el que señala a la norteamericana Esther A. Howland, que al parecer fue quien "puso en valor" a este santo con la venta de tarjetas regalo con motivos románticos y dibujos de enamorados que ideó y realizó a mediados de la década de 1840, vendiéndolas por unos centavos en la librería que regentaba su padre en Worcester (Massachusetts) y las cuales se convirtieron en todo un éxito.
Tal como ya se había hecho con otras festividades paganas, Gelasio I necesitaba anteponer otra fiesta a la celebración de las Lupercales, por lo que escogió el del Santo que caía justo un día antes y que se suponía que había vivido dos siglos antes: ‘San Valentín’. La veracidad histórica de este santo es bastante dudosa, dado que existen varios personajes a quienes se adjudica el mismo nombre y la misma fecha de martirio.
No se tenía muy claro quién era este santo, que venía a suplir esa importante fiesta pagana, pero alrededor de él se crearon infinidad de leyendas, la mayoría desmentidas con el transcurso de los siglos, que indicaban que Valentín había sido un bondadoso médico romano que decidió hacerse cristiano y ordenarse como sacerdote, y como tal ofició un buen número de bodas entre jóvenes enamorados. El problema residía en que en aquella época (año 270 d.C) los soldados no podían contraer matrimonio, pero muchos fueron los que quisieron hacerlo para unirse a sus amadas. Según explica la leyenda, el emperador romano Claudio II se enteró de lo que estaba realizando Valentín y ordeno ejecutarlo, convirtiéndose el religioso en un mártir y referente de todos los enamorados.
Y como festividad religiosa se estuvo celebrando a lo largo de los siguientes quince siglos, hasta 1969, año en el que bajo el pontificado de Pablo VI la Iglesia Católica decidió eliminar San Valentín como festividad del calendario postconciliar, pasando a ser esta una fecha con santo pero sin celebración.
Pero por aquel entonces la comercialización del Día de San Valentín como fecha del Día de los Enamorados ya estaba totalmente instaurada en la sociedad de consumo.
El primer registro que existe sobre la comercialización de esta fecha es el que señala a la norteamericana Esther A. Howland, que al parecer fue quien "puso en valor" a este santo con la venta de tarjetas regalo con motivos románticos y dibujos de enamorados que ideó y realizó a mediados de la década de 1840, vendiéndolas por unos centavos en la librería que regentaba su padre en Worcester (Massachusetts) y las cuales se convirtieron en todo un éxito.
Una de las tarjetas de San Valentín comercializadas por Esther Howland
Menos amor y más muertos...
El día de San Valentín de 1929 tuvo lugar en Chicago la conocida "Matanza de San Valentín", ordenada por Al Capone. Así la cuenta Juan Carlos Aguilar:
El 14 de febrero de 1929, la ciudad de Chicago fue
testigo de uno de los acontecimientos más atroces dentro del mundo
criminal de aquel entonces : la Matanza de San Valentín, con la cual se
llegó a un nivel de violencia nunca antes visto.
Al Capone, su orquestador, se impuso como el principal distribuidor de
alcohol, a la vez que puso punto final a una cadena de venganzas
iniciada cinco años antes, a raíz de la Ley Seca.
Originalmente, ni Capone ni Bugs Moran, líder de la banda exterminada,
tenían nada que ver, sino los jefes de ambos: John Torrio, mentor de
Capone, y Dion O’Banion, quien dividía su tiempo entre contrabandear
alcohol y confeccionar arreglos florales.
Todo inició cuando Torrio, en su intento por apaciguar el conflicto que
sostenía O’Banion con los hermanos Genna, le propuso al primero comprar
su cervecería con tal de que abandonara Chicago. Aceptó, a sabiendas de
que en la cervecería habría una redada en los próximos días. Era un
negocio seguro.
SANGRE. O’Banion se rió en la cara de Torrio, aunque por poco tiempo,
pues el 10 de noviembre de 1924, fue acribillado por tres hombres. Lo
encontraron nadando en su propia sangre...
Con la muerte de O´Banion quedaba un espacio libre que sus hombres no
dudaron en ocupar. Un tal Hymie Weiss y Bugs Moran fueron los nuevos
lideres, y desde entonces los atentados contra Capone se sucedieron uno
tras otro.
Torrio decidió alejarse por unos meses de Chicago y dejó a Al Capone al
frente de los negocios de alcohol y prostitución. Los roces siguieron
entre ambas bandas; sin embargo Al Capone tenía un punto a su favor: era
carismático. Los periódicos lo trataban como héroe. En general, los
gansters no eran vistos como una amenaza, sino como unos benefactores
que combatían una absurda Ley Seca.
Con todo, Al Capone intentó negociar con Hymie Weiss, pero éste se negó y
terminó muerto a la edad de 28 años. Sólo faltaba Bugs Moran y ya
planeaba algo para él...
CRIMEN. El 14 de febrero de 1929 prometía ser un día como cualquiera. La
banda de Moran se reunió en el 2122 de la calle North Clark para
recoger un cargamento de alcohol. Esa fatídica mañana estaban: James
Clark, cuñado de Bugs Moran, Adam Meyer, John May, Al Weinshank, los
hermanos Gusenburg, Frank y Pete, y el doctor Reinhardt Schwimmer. Este
último gustaba de codearse con criminales.
El único ausente era precisamente Bugs Moran, quien llegaría más tarde.
El reloj marcaba las 10:25 y a esa hora ninguno sospechaba lo que
ocurriría en los próximos cinco minutos.
A las 10:26 un auto se acercó a la bodega, pero no era el contacto, sino
una patrulla, seguido por un vehículo no identificado. Algo olía mal,
pues los delincuentes habían pagado su cuota a la policía para que los
dejaran trabajar libremente. ¿Qué buscaban?
Tres policías y dos civiles se bajaron de sus autos y ordenaron a los
siete individuos ponerse contra la pared. Eran las 10:28. James Clark
intentó arreglar las cosas: "¿Qué sucede?, estamos al corriente con los
pagos", se defendió. En respuesta recibió una risa burlona y una
"caricia" con la culata de una ametralladora Thomson.
Afuera, la suerte era otra. Bugs Moran, quien acababa de llegar, huyó
de prisa al ver la patrulla y esperó en una cafetería hasta descubrir
qué es lo que sucedía.
MAFIOSOS. En tanto, los siete tipos seguían contra la pared, temiendo lo
peor. No sabían que los policías eran en realidad mafiosos, como ellos,
y que uno era ni más ni menos que McGurn, mejor conocido como Machine
Gun.
A las 10:30 horas todo llegó a su fin cuando una ráfaga de plomo, que
hizó rugir la poderosa garganta de las metralletas Thomson, cayó sin
piedad sobre la banda.
Inmediatamente, la prensa miró con sospecha a Al Capone, sin embargo se
justificó diciendo que en ese momento estaba en Miami. La coartada de
Machine Gun fue mejor: había pasado el día con su novia Louise Rolfe.
La emblemática matanza pronto se convirtió en un éxito mediático pero,
paradójicamente, significó el fin de la carrera de Al Capone, pues por
primera vez dejó de lado su apariencia carismática para dar paso a su
perfil más rudo.
A pesar de que nunca lo pudieron culpar de nada y de que se apoderó del
mercado del alcohol, su carrera fue en picada.
Poco tiempo después fue acusado de evasión de impuestos y condenado a 11
años de prisión el 17 de octubre de 1931. Parte de su condena la
cumplió en Alcatraz y, por buena conducta, fue liberado en noviembre de
1939. Vivió sus últimos años en su mansión; vivió con alucinaciones y
con el miedo de ser asesinado. Enfermo de sífilis, murió el 25 de enero
de 1947.
Bugs Moran nunca se recuperó del golpe de Al Capone. Su carrera quedó
truncada. Murió de cáncer en 1957, mientras purgaba una pena de diez
años por robo.
Una matanza de película
La Matanza de San Valentín se convirtió inmediatamente en un éxito
mediático. Decenas de artículos periodísticos, una película,
documentales y referencias en diferentes programas de televisión, es
parte de lo que ha arrojado este sangriento capítulo del mundo del
hampa.
La película que recoge en su totalidad este episodio es The St.
Valentine’s Day Massacre (1967), dirigida por Roger Corman y
protagonizada por Jason Robards (Al Capone) y Ralph Meeker (Bugs
Moran). Además, la masacre se menciona en Some like it hot (1959), de
Billy Wilder, en The Untouchables y en varias series de televisión.
También se han realizado varios documentales.
En cuanto al escenario de la matanza, el almacén de la Cartage Company,
se convirtió en una atracción turística de Chicago, aunque sólo se trate
de una reconstrucción del muro en el que murieron los mafiosos.