"Los pecados de los pistoleros -los que llenaron las cunetas de fosas y acribillaron las tapias de los cementerios, los que nutrieron a los peces mar adentro- los absolvió la Transición, al parecer eran pecados veniales... No nos engañemos, un hombre no es gran cosa. De hecho, hay tantos que los gobiernos no saben qué hacer con ellos."
Rafael Chirbes, En la orilla, p. 44