Mientras leo y releo con calma el breve relato de Franz Kain titulado "El camino al lago Desierto", oigo la lluvia que golpea los cristales. Dejo a un lado mi lectura y me asomo a los titulares del periódico de la mañana... Me entero de que el presidente de Galicia, Núñez Feijoo, ha dicho algo así como que la llamada "Transición" no se culminará "hasta que caiga el régimen político andaluz".
Pienso un poco en sus palabras... y llego a la conclusión de que tiene razón. Hasta ahora pensaba que eso de la "Transición" era una patraña que se inventaron para seguir igual, pero ahora entiendo, tras las palabras de este dirigente neofascista, que lo que querían decir con "Transición" era algo más todavía. Y a esta idea me ha ayudado a llegar el relato de Franz Kain. La llamada "Transición" resulta que era "el camino al lago Desierto". Lo que se ha llamado la "Transición" recuerda al camino que, en los primeros días de mayo de 1945, emprendió quien fue el jefe de la GESTAPO, Ernst Kaltenbrunner, hacia el lago helado en lo alto de las Montañas Muertas austriacas, para esconderse hasta que pasara el temporal como paso previo para reintegrarse en la vida civil: "Por eso, y sólo por eso, conviene replegarse durante un tiempo para poder entroncar con ese pasado mañana. La marcha al lago Desierto está consagrada a la reflexión y al recogimiento. Claro que el primer policiía del Führer deberá afrontar sinsabores después de esa sarta de trágicos acontecimientos. Pero quien estuvo encumbrado ha de estar dispuesto a recomenzar desde abajo..."
Los fascistas españoles emprendieron en 1976 un largo camino al lago Desierto al que llamaron "Transición". El nombre no está mal ideado, pues de eso se trataba, de iniciar un periodo de transición, replegándose temporalmente, dejando que las fuerzas del mal, lideradadas por rojos de todas las tonalidades, les ayudaran a dar la sensación de que todo cambiaba... pero para que nada cambiase, como nos decía el protagonista de la novela de Lampedusa. Esta transición desde el fascismo al neofascismo, es decir un fascismo con menos caspa, sin flechas y sin pelayos, es la que están a punto de concluir, aunque todavía les quedan algunos flecos... Tras un periodo de transición hemos vuelto al mismo punto en el que estábamos... o incluso peor, pues el neofascismo, aún pudiendo tener menos caspa, tiene mucho más neoliberalismo y la mezcla de tantos neos está resultando explosiva.