La actual crisis de Ucrania pone de manifiesto la creciente relevancia de la revolución energética de Estados Unidos con motivo del desarrollo del llamado fracking. En breve, la potencia americana pasará a ser autosuficiente energéticamente y se convertirá en exportador neto de gas natural a terceros países.
La dependencia de Ucrania y de gran parte de Europa del gas ruso limita considerablemente la respuesta que los Gobiernos europeos pueden dar a la intervención rusa en territorio ucraniano. A corto plazo no hay alternativa de suministro, pero esta situación podría cambiar gracias al desarrollo del shale gas procedente de Estados Unidos y a su previsible apertura a la exportación.
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