miércoles, 27 de agosto de 2014

Victor Brauner, como la mariposa hacia la llama

"... no hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón."

Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas, IV, III


"Sí, en el viaje recordé el extraño suceso de Víctor Brauner y también recordé que al encontrarme con Domínguez le pregunté por todos: por Bretón, por Péret, por Esteban Francés, por Malta, por Marcelle Ferry. Menos por Víctor Brauner. ¡Significativo "olvido"!

Relato, por si no lo conocen, el episodio. Este pintor tenía la obsesión de la ceguera y en varios cuadros pintó retratos de hombres con un ojo pinchado o saltado. E incluso un autorretrato en que uno de sus ojos aparecía vaciado. Ahora bien: un poco antes de la guerra, en una orgía en el taller de uno de los pintores del grupo surrealista, Domínguez, borracho, arroja un vaso contra alguien; éste se aparta y el vaso arranca un ojo de Víctor Brauner.

Vean ustedes ahora si se puede hablar de casualidad, si la casualidad tiene el menor sentido entre los seres humanos. Los hombres, por el contrario, se mueven como sonámbulos hacia fines que muchas veces intuyen oscuramente, pero a los que son atraídos como la mariposa hacia la llama."

 Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas, III, XXXI

 Victor Brauner, Autorretrato (1931)

 Victor Brauner

LA TERRIBLE PREMONICIÓN DEL PINTOR
VICTOR BRAUNER (1903-1966)


Victor Brauner nació en Piatra Neamtz, en la región rumana de Moldavia, en el seno de una familia judía, convirtiéndose en uno de los miembros más interesantes del movimiento Surrealista y siendo, al mismo tiempo, uno de los menos conocidos. 

Su ambiente familiar estuvo marcado por el espiritismo y el ocultismo, actividades que influenciaron la vida y la creatividad del pintor siempre atraido por los temas tabú y esotéricos. Brauner utilizó en su obra, de forma eventual, la numerología, el tarot, las referencias alquímicas y la piedra filosofal hexaédrica, no solamente como simples referencias sino como elementos integrales importantes de sus obras. En su adolescencia estudió en una escuela evangélica de Braila, donde descubrió su predilección por la zoología y la pintura. Mas tarde entró en la Academia de Bellas Artes de Bucarest abandonando pronto los estudios para dedicarse a diseñar decorados como el que hizo en 1924 para la obra Salomé de Oscar Wilde. Aquel mismo año, juntamente con el poeta Ilarie Voronca, fundó la revista dadaista 75 HP, de la que se publicó únicamente el primer número, realizando un manifiesto que denominaron pictopoesia, buen indicador de que su tendencia al surrealismo empezó pronto. También fue co-realizador de los primeros números, del 2 al 9, de la revista Punct, definida como una revista de arte constructivista internacional. Entre 1925 y 1926 realizó su primer viaje a París donde colaboró con la revista Integral.
En el año 1930, después de contraer matrimonio, emigró a Francia donde pronto hizo grandes amigos como Brancusi, Giacometti y Tanguy, asociándose en 1933 al grupo surrealista de André Breton. Durante la II Guerra Mundial, Brauner huyó de París, reuniéndose cerca de Gap con Jacqueline Abraham que habia reencontrado en 1938 y con quien se casaría por segunda vez en 1946, residiendo en los Celliers de Rousset en les Alpes-de-Haute-Provence. En esta época de conflicto bélico, la carencia de materiales era máxima y Brauner experimentó con todo lo que tenía a su alcance como la aplicación de cera de abeja sobre capas de cartón que escarificaba y pintaba, personal y extraordinaria técnica a la cera que usó en numerosas obras.

Los surrealistas eran sensibles al carácter simbólico y poético del ojo.
A principios de la década de 1930, Brauner tuvo una especie de obsesión ocular, realizando numerosas obras, tanto pinturas como dibujos, donde representaba el ojo en todos los estados y formas, incluyendo un autoretrato del año 1931 de pequeño formato, actualmente en el Centro Georges Pompidou de París, donde se representaba con el ojo izquierdo enucleado, como si se licuificara, cuadro que incluso actualmente, continúa impactando al observador especialmente por la fuerza expresiva de la mirada.

No se debe llamar nunca a la mala suerte, ya que, como decía el escritor Michel Simon, a fuerza de contar o representar cosas horribles, éstas acaban por suceder.

En el año 1938, siete años después de realizar el escalofriante autorretrato como monoftalmo, en una pelea entre pintores en Montparnasse, perdió el ojo izquierdo totalmente destrozado por trozos de cristal. La desgracia sucedió en el taller de Oscar Dominguez, quien borracho y furioso lanzó un vaso contra Esteban Frances que tuvo el reflejo de apartarse, con la mala fortuna que impactó en el rostro de Victor Brauner. Conducido de urgencia al hospital Hôtel-Dieu, fue atendido por el oculista de guardia, el conocido Dr. Louis Guillaumat, el cual solamente pudo constatar lo irremediable, decidiendo enuclear los restos del ojo traumatizado.

La repercusión en los surrealistas que tuvo la premonición de Brauner plasmada pictóricamente años antes que sucedieran los hechos fue enorme, escribiéndose artículos y trabajos con las interpretaciones más variadas, especialmente en la revista Minotaure que dirigía Andre Breton.
Gradualmente, Brauner fue aceptando que la pérdida de su ojo era cosa del destino. Comentando el hecho, el mismo artista dijo en referencia al cuadro premonitorio que consideraba autobiográfico: «Quise hacer un retrato minúsculo de mi mismo delante de un espejo…Quité un ojo. Y bien, es este ojo el que me han quitado, la herida era idéntica».

En el año 1939, Mabille escribió en la revista Minotaure su famoso artículo L'oeil du peintre, donde entre otras cosas decía: «El hombre que conocí antes del accidente, era inseguro, tímido, pesimista y desmoralizado. Ahora, se ha liberado. Expresa su pensamiento con claridad y autoridad. Trabaja con fuerza renovada y está cerca de conseguir sus objetivos».

Las obras de Victor Brauner posteriores al accidente, presentan unas composiciones fuertes, a veces con simbolismos alquimistas y connotaciones psicológicas. El ojo cíclope, frontal y abierto, se convirtió en un elemento dominante en sus obras, pudiendo interpretarse tanto como un motivo simbólico como autobiográfico.

Después de romper con el surrealismo en 1948, Brauner desarrolló aún más su personal estilo muy relacionado con el arte primitivo y las ciencias esotéricas hasta su muerte en 1966. De su propia boca son estas palabras de 1962: «Mi pintura es autobiográfica, cuenta la historia de mi vida. Y mi vida es ejemplar porque es universal».