Javier Peteiro, El autoritarismo científico, Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2010
El autoritarismo científico es un ensayo
iluminador y necesario escrito por un científico riguroso capaz de
transmitir sus reflexiones con una prosa ágil y amena. Javier Peteiro
inicia su reflexión distinguiendo la ciencia de las falsas ciencias. La
ciencia, aliada de las luces, está muy alejada del cientificismo que
impregna el discurso social dominante. Mostrando en estas páginas cómo,
en esta época del empuje a la transparencia, se impone la opacidad
derivada del cientificismo. Advirtiéndonos sobre la ambición científica
de predecir todo lo humano y transformarlo según criterios de normalidad
definidos desde la propia ciencia: «Se abre así un camino hacia un
autoritarismo científico que dirá lo que es bueno, lo que es malo, y no
sólo lo que debemos hacer sino incluso cómo debemos ser desde la
manipulación genética y conductista». Esta obra muestra la tendencia a
la sacralización de la ciencia que el cientificismo implica. La ciencia
así concebida pasa a ser dogma, sus divulgadores los nuevos sacerdotes, y
sus resultados la única esperanza. De este modo, si a algo se le añade
el calificativo de científico pasa a ser incuestionable e imponerse
sobre cualquier otro criterio de decisión. Se anula así la libertad de
elección, incluso en el ámbito político. Así, lo científicamente
correcto se hará equivalente a lo políticamente correcto. . Tras
realizar un desarrollo crítico perfectamente documentado sobre las
falacias supuestamente científicas, concluye su obra afirmando que el
cientificismo es la nueva fe atea que trata de llenar el vacío que han
dejado el ocaso de los discursos tradicionales. Si la ciencia se
sacraliza, cualquier crítica a los supuestos científicos será juzgada
como retrógrada. Esto conduce a un nuevo modelo de civilización.
Reseña de Luis Roca Jusmet:
Para mí este es un libro tan interesante como fallido. Interesante porque hacía falta afirmar sin reservas lo que este libro nos dice: que la ciencia está derivando en un autoritarismo, se está imponiendo de una manera dogmática y excluyente. También porque está escrito por un científico que reflexiona epistemológicamente y éticamente sobre su práctica y en el contexto social en el que ésta se desarrolla. Es importante porque en general el filósofo de la ciencia no es un científico ( aunque sepa de ciencia) y el científico no filosofa sobre lo que hace. Y finalmente porque hay en el libro un proyecto sistemático y crítico sobre el estado de la deriva de la ciencia y cientificismo. Javier Peteiro Cartelle, doctor en Medicina y escritor sobre temas científicos, ha publicado en revistas científicas ( biofísica, inmunología y nanomedicina) y es además Jefe de la sección de bioquímica del Complejo Universitario de A Coruña. Es por tanto un auténtico lujo que una persona totalmente ocupada intensamente como él en la práctica científica cotidiana reflexione sobre un tema tan complejo.
¿ Porqué fallido ? Porque es un proyecto quizás excesivo, que falla en algunos aspectos que vale la pena remarcar, pero con el objetivo de matizar lo que dice el autor y para enriquecer su propuesta. Yo no soy un científico y por supuesto no quiero darle lecciones, pero si he trabajado bastante tiempo en el estudio crítico de la ciencia y de la medicina y me gustaría plantear algunas sugerencias. En primer lugar la historia que plantea de la ciencia es consistente y está claro que sabe de lo que habla pero me parece que habría que profundizar en algunas cuestiones. ¿ Es la ciencia un invento de la Europa moderna como plantea Alexander Koyré cuando dice que sus bases son el lenguaje matemático y la experimentación y no la razón empírica ? ¿ O tiene razón Pierre Duhem cuando habla de la ciencia moderna como continuidad de la grecorromana y la medieval ? ¿ O la tiene Joseph Needhman cuando considera que la ciencia es un proceso universal que hasta el siglo XVII estaba más desarrollada en China que en Europa ?. Respecto al tema de las falsas ciencias me parece que aquí cae en los prejuicios del positivismo y no hay una reflexión seria sobre los paradigmas médicos al despreciar la homeopatía de la manera que lo hace. Tengo claro la diferencia radical entre homeopatía y psicoanálisis pero me resulta molesto que mantenga hacia la homeopatía la misma actitud que los positivistas como Bunge hacia el psicoanálisis, al que consideran una pseudociencia. Yo estoy de acuerdo con el autor en que el psicoanálisis es una teoría fundamental para entender al hombre y a la sociedad contemporánea pero falta una mejor argumentación contra los escépticos. En el tema del sujeto y la ciencia sí hay un desarrollo muy lúcido, muy en la línea de lo que defiende el psicoanálisis lacaniano. Ahora bien, me parece fuera de lugar el tema de Dios en este capítulo, ya que entonces su defensa del sujeto parece adquirir unos tintes más espiritualistas. De hecho el autor afirma en una entrevista en el periódico La Vanguardia que cree en Dios. Al margen que sea una creencia personal que como tal hay que aceptar no veo clara la argumentación del libro, en la que critica que la ciencia quiera entrar en este tema filosófico y religioso. Que es una cuestión religiosa está claro pero me parece que hoy es difícil argumentar la existencia de Dios en términos filosóficos y que la ciencia puede considerar a Dios como una hipótesis innecesaria para explicar el Mundo. Lo que sí me parece fundamental es la crítica muy rigurosa que hace al DSM-IV como axioma más que discutible de los psicólogos y psiquiatras, que eliminan así al sujeto de la enfermedad mental.
El capítulo dedicado a la ciencia y al mercado me parece también preciso y claro pero hecho a faltar el significante clave, que me parece que es la de capitalismo. Sin utilizar la lógica del capitalismo, en el sentido que apunta un sociólogo como Immanuel Wallerstein, me parece que no se acaba de entender todo el entramado de poder ( aquí paso al siguiente capítulo) que mueve la industria ligada a la ciencia. Wallerstein como Peteiro critican la nefasta división el saber en dos culturas separadas (la científica y la humanística) pero el segundo tendría que referirse al estudio que hace el primero sobre la lógica capitalista que hay en la jerarquización moderna y positivista del saber para entender más ampliamente el problema. Hay también que decir aquí que el autor ignora totalmente las ciencias sociales, cuestión que me parece que debe mencionar aunque no quiera profundizar en ellas. Lo que sí me ha parecido muy importante es la crítica a los intentos de defender una tercera cultura que no dejan de ser un nuevo ropaje retórico para la defensa del positivismo más burdo. Me ha gustado mucho también su propuesta de democratizar la ciencia, de humanizarla, de socializarla y de no dejarla en manos de los supuestos expertos, de los gestores que manipulan siempre al servicio de los intereses de los poderosos.
Se trata, para concluir, de un libro que merece ser leído sin reservas. Valgan mis críticas para defenderlo y no para denostarlo, ya que no hay mejor texto que el que te da materiales para pensar por uno mismo. Agradecerle también a mi amigo Javier Peteiro su actitud abierta, que sale de la arrogancia del cientificismo que critica, y que sea capaz de plantear un debate público tan apasionante.