"... hacía muchos años, en una exposición de Rembrandt en el Rijksmuseum de Amsterdam, no había querido detenerse delante de ninguna de las obras maestras de gran formato, innumerables veces reproducidas, y en cambio había permanecido mucho tiempo de pie ante un cuadro pequeño, de unos veinte por treinta centímetros y procedente, por lo que recordaba, de la colección de Dublín, que, según la inscripción, representaba la huida a Egipto, aunque no había podido reconocer ni a la Sagrada Familia, ni al niño Jesús ni al animal de tiro, sino únicamente, en medio del brillante barniz negro de la oscuridad, un diminuto punto de fuego que todavía (...) tengo ante los ojos..."
W. G. Sebald, Austerlitz, p. 122