Noche de San Alberto Magno, de luna llena y de nieve...
Hoy,
aquí, una vez más, hemos asistido al ritual litúrgico del culto a
una divinidad con muchos nombres: dinero, beneficio económico,
oportunidad, negocio, mercado, éxito, desarrollo sostenible o
progreso. Es un culto en el que los cánticos, rezos y salmodias se
han sustituído por pogüerpoins, gráficos, estadísticas y vídeos
que no funcionan, y en el que las casullas y estolas se han cambiado
por ropas de marca y peinados de peluquería.
Hemos
asistido a una nueva representación del gran espectáculo de la
mentira, el engaño deliberado y las falsas promesas. Se trata de una
representación a la que ya nos vamos acostumbrando, aunque no
deberíamos hacerlo. Hoy hemos asistido una vez más a esta
representación con una magnífica puesta en escena, una impecable
presentación, un cuidado vestuario y con los papeles bien
aprendidos.
Los
protagonistas de esta representación son expertos en "comunicación".
Digamos que en lo que ellos mismos llaman "comunicación
persuasiva" y que no es otra cosa que lo que antes se llamaba
sin más "propaganda". El ministro de propaganda del III
Reich, Goebels, autor de los "once principios de la propaganda"
que puso en práctica con bastante éxito durante los años que tuvo
tal responsabilidad en el gobierno nazi, es uno de sus principales
maestros. Estos expertos en comunicación cobran buenas nóminas de
su patrón para hacer el trabajo que tienen encomendado: convencernos
de la bondad de sus objetivos y de lo bueno que es para nosotros que
ellos ganen mucho dinero. Estos "expertos" hoy trabajan
para BNK, que es quien les paga las nóminas, pero hace dos días
trabajaban para otras compañías o para el Ministerio del
Interior... y dentro de cuatro días trabajarán para otra compañía
que puede ser incluso de la competencia de BNK y hasta podría ser
que de aquí a algún tiempo les viesemos intentando convencernos de
lo horroroso que que el fracking y de la necesidad de apostar por
otros modelos energéticos. Todo depende de los intereses de quien
les pague, porque nadie informa contra los intereses de su dueño.
Hoy,
trabajan para BNK. Una compañía canadiense que controla mucho
dinero en todo el mundo y que prevé hacer grandes negocios con los
recursos naturales que se encuentran en el subsuelo de nuestra
tierra. A cambio de los millones de dólares o de euros que esperan
ganar, a nosotros nos quieren sobornar con algunas migajas... algunos
puestos de trabajo de baja cualificación, de corta duración y de
mucha movilidad. Los millones de euros serán para una empresa de
Canadá. O sea lo que tenemos bajo nuestros pies servirá para que
ganen mucho dinero los de Canadá a cambio de unos pocos puestos de
trabajo, mal remunerados, precarios y para poco tiempo. Pero sobre
todo a cambio de destruir nuestra tierra, nuestro paisaje, nuestra
forma de vida, arruinando a los pequeños agricultores y ganaderos
que tendrán que abandonar su actividad por un puesto de trabajo de
peón en un pozo y después en otro y que sus hijos no podrán
heredar como habrían podido hacer con el ganado y los campos que han
tenido que abandonar. Cuando BNK haya ganado lo suficiente y haya
extraído hasta la última gota del gas que se encuentra en las rocas
del subsuelo de nuestra tierra, cerrarán todas sus oficinas y
desaparecerán rápidamente dejando tras de sí un montón de pozos
con tubos de hormigón perforando la tierra, piscinas de lodos y
aguas contaminadas que beberán las aves que surcan nuestros cielos,
una tierra desolada, carreteras destrozadas por el contínuo tráfico
de enormes camiones, acuíferos secos o contaminados, cuyas aguas no
se podrán beber y no servirán para regar, ni para el ganado...
Porque tanto BNK, como sus empleados expertos en comunicación están
acostumbrados a tomar decisiones que nos afectan a todos y a actuar
sin enfrentarse nunca a las consecuencias.
Hace
poco hemos leído en la prensa el asunto del proyecto de
almacenamiento de gas en el subsuelo, cerca de Vinarós (Castellón).
La empresa aseguraba que no había riesgos, presentó estudios e
informes de todo tipo de expertos en los que se garantizaba que no
había ningún riesgo. Cuando empezaron a inyectar gas se produjeron
los primeros seísmos que se repitieron durante varios días. De
momento, el proyecto se ha paralizado...
En
el colmo de la desfachatez, tal como pudimos leer en la prensa,
llegaron a decir esto: "Recaredo del Potro, presidente de
Castor, la empresa gasística a la que se atribuye el origen de los
seísmos, ha reconocido en la SER que temía que se registraran, pero
nunca de tal magnitud."
Pero
¿sabeis qué es lo que ha pasado? Pues que la empresa responsable
del proyecto y de los seísmos ha pedido al Estado, o sea a todos
nosotros, una indemnización. Nos destruyen la tierra y además hemos
de pagarles por hacerlo.
Esto
me recuerda algo que contaba el novelista alemán Sebald en su novela
"Austerlitz": "conocí la auténtica medida de la
perversión del derecho entre los alemanes y de los actos de
violencia que perpetraban a diario en el sótano del palacio
Petschek, en la prisión de Pankrác y en el lugar de ejecución
fuera, en Kobylisy. Por una contravención, una simple vulneración
del orden reinante, se podía, después de haber tenido noventa
segundos para defenderse ante un juez, ser condenado a muerte y
ahorcado de inmediato en la sala de ejecuciones que estaba al lado
mismo de la de juicios, y a lo largo de la cual había un carril de
hierro bajo el techo, del que colgaban los cuerpos sin vida que,
según hiciera falta, se iban corriendo. La cuenta de ese
procedimiento expeditivo se enviaba a los parientes del ahorcado o
guillotinado, con la observación de que se podía saldar en plazos
mensuales."
BNK
controla mucho dinero y eso significa que controla mucho poder en
todas las esferas, desde las más altas hasta las más pequeñas.
Pero esto no es suficiente, porque necesitan controlarnos a todos.
Necesitan de nuestra colaboración y, si esto no es posible, al
menos, de nuestro silencio.
A
veces nos preguntamos cómo fue posible que la Alemania nazi
cometiese los tremendos crímenes que todos sabemos, cómo fue
posible que entre la población alemana nadie dijera nada. Muchos
colaboraron, pero muchos más se escondieron en sus casas y callaron
y una vez terminada la guerra siguieron callados, porque se sentían
culpables de haber callado.
Martin
Luther King dijo:
"Nuestra
generación no se lamentará tanto de los crímenes de los perversos,
como del estremecedor silencio de los bondadosos".
Lo
que han venido a buscar aquí hoy es nuestro silencio, pero nosotros
no podemos quedarnos callados porque algún día, en un futuro no muy
lejano, nuestros hijos y nuestros nietos preguntarán qué hicimos
nosotros para impedir el desastre y la ruina de la tierra en la que
les tocó nacer.
Y
para convencernos, y así lograr nuestro silencio, nos envían a sus
expertos en propaganda, bien pertrechados con informes pagados por
las propias compañías interesadas en el negocio y con una batería
de datos, fotografías, curvas, gráficos...
Esto
también me recuerda algo. Al poco tiempo de que los alemanes
ocuparan Praga comenzaron a poner en marcha lo que, científicamente,
llamaban política de relocalización de judíos. Mediante un hábil
sistema de propaganda conseguían que los judíos fueran por su
propio pie a las oficinas en las que se inscribían para ser
deportados, como si fueran a ir a la tierra prometida por los
sionistas. Les hablaban de un agradable balneario llamado
Theresienstadt, con hermosos jardines, caminos para pasear, pensiones
y villas. En muchos casos les convencían para que firmasen unos, así
llamados por ellos, contratos de compra de hogar, en los que
invertían todos sus ahorros. Como consecuencia de las ilusiones que
les hicieron concebir, la gran mayoría de los judíos, sobre todo al
principio, llegaban a Theresienstadt equipados con sus mejores
prendas y joyas y con toda clase de objetos en sus equipajes."
El mismo Goebels mandó filmar en Theresienstadt una película, que
hoy se puede ver en youtube, destinada a desmentir todas las
supuestas barbaridades que contaban los aliados sobre los campos de
concentración alemanes. En ella se veía a los judíos trabajando en
talleres, bien vestidos y alimentados, y asistiendo a conciertos,
jugando al futbol y organizando fiestas. En Theresienstadt, malvivían
60.000 personas en 300.000 m2, en un hacinamiento inhumano.
Diariamente había que transportar a los hornos de incineración
situados en el mismo campo a cientos de cadáveres, como resultado de
la altísima mortalidad debida al hacinamiento y la deficiente
alimentación y vestido.
Termino
ya con unas palabras que no son mías. Las escribió Walter Benjamin:
"Hay
un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. Se ve en él a un ángel
al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la
mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas
tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su cara
está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como
una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que
acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El
ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo
despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraiso y se arremolina
en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. Esta
tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual
vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas sube ante él
hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso."
En Villasante, a 15 de noviembre de
2013