Hoy en día todos sabemos, sin ninguna duda, quienes son los malos oficiales y quienes son los perseguidos oficiales. Los nazis eran lo peor y el antisemitismo una plaga que azotó Europa y que sigue azotándola.
Las democracias occidentales han fabricado, a base de verdades, una gran mentira. La gran mentira de los buenos y para ello hacía falta que hubiera unos malos.
Todos hemos oído hablar de los campos de concentración nazis y de los campos de concentración soviéticos, pero nunca se habla de los campos de concentración americanos.
Mientras la fascista Alemania nazi deportaba y exterminaba judíos... la nación más democrática del mundo, los Estados Unidos de América, deportaba japoneses de forma masiva. Se trataba de ciudadanos americanos, pero de una raza "inferior". Ni siquiera necesitaban colocarles la estrella amarilla. No podían disimular su origen; sus rasgos faciales les denunciaban inequívocamente. Les robaron sus patrimonios, les echaron de sus casas y los enviaron a campos de concentración. No los gasearon. Qué buenos los americanos.