Acusado de numerosos crímenes de guerra y de genocidio, nunca ha rendido cuentas por ellos. Hoy ha muerto "pacíficamente", y los líderes políticos mundiales se disponen ha rendirle homenaje.
Una de las acciones más notorias del fallecido, conocido en sus mejores tiempos como "la aplanadora" por sus métodos en la eliminación física de nacionalistas palestinos, fue la incursión en 1953 contra la aldea de Qibya en la que murieron 69 civiles, las dos terceras partes mujeres y niños que dormían.
En 1982, cuando era ministro de Defensa, apoyó la invasión de El Líbano y ordenó a las tropas israelíes cerrar los accesos a los campamentos palestinos de Sabra y Shatila en Beirut para que la milicia cristiano maronita Fuerzas Libanesas comandada por Elie Hobeika masacrara a los refugiados palestinos.
Los cadáveres de tres mil quinientos palestinos asesinados en ambos campamentos de refugiados fueron arrojados a basureros y en tumbas colectivas.
Una provocativa visita de Sharon, líder entonces de la ultraderechista coalición Likud, a la explanada de de las mezquitas en Jerusalén ocupada provocó el estallido de la segunda Intifada (Levantamiento, en árabe) en la que murieron más de cinco mil quinientos palestinos.