"Tal es ciertamente la inmensa ventaja que tienen sobre los débiles esos a quienes llamamos fuertes: la angustia, el temor, las dudas socavan por igual a unos y a otros, pero aquéllos lo saben y lo padecen, mientras que éstos no lo ven y, para reforzar aún en mayor medida el muro que los ampara de ese vacío insondable, se revuelven contra los primeros, cuya fragilidad demasiado visible es una amenaza para su frágil aplomo. Así es cómo los débiles suponen una amenaza para los fuertes e incitan a esa violencia y ese crimen que se les vienen encima sin compasión. Y hasta que no les toca a ellos que la violencia ciega e irresistible se les venga encima, a los fuertes no se les agrieta el muro de la certidumbre; sólo entonces caen en la cuenta de lo que les espera y ven que están acabados."
Jonathan Littell, Las benévolas, p. 396