En Guatemala, durante la década de los ochenta del pasado siglo XX, varias decenas de miles -cientos de miles según algunas fuentes- de civiles fueron salvajemente torturados, violados y asesinados por el ejército. Ahora, treinta años después, cuando algunos de los responsables de aquel genocidio empiezan a ser juzgados, los poderes guatemaltecos pretenden, en aras de la reconciliación nacional, negar aquellos hechos, echar tierra sobre ellos, olvidarlos y hasta negar su existencia. El negacionismo practicado por el Congreso de Guatemala no sólo no es delito, sino que pronto se ocuparán de hacer que sea delito afirmar que hubo genocidio.
los pensamientos de un cabrero
pensamientos, reflexiones, ocurrencias, lecturas...
mientras pastoreo mis cabras
viernes, 6 de junio de 2014
negacionismo guatemalteco
Hoy en día, en un gran número de países, simplemente decir que no existió el "Holocausto" es considerado como un delito de negacionismo y está gravemente penado. En contraste con esta actitud hipócrita de los llamados países "democráticos" en los que, invocando a la "libertad de expresión", se castiga a quienes manifiestan su opinión sobre según qué cuestiones, el Congreso de Guatemala aprobó hace pocas semanas un "Punto Resolutivo" en el que, en uno de sus "considerandos", se niega explícitamente que hubiera habido un genocidio en Guatemala.
En Guatemala, durante la década de los ochenta del pasado siglo XX, varias decenas de miles -cientos de miles según algunas fuentes- de civiles fueron salvajemente torturados, violados y asesinados por el ejército. Ahora, treinta años después, cuando algunos de los responsables de aquel genocidio empiezan a ser juzgados, los poderes guatemaltecos pretenden, en aras de la reconciliación nacional, negar aquellos hechos, echar tierra sobre ellos, olvidarlos y hasta negar su existencia. El negacionismo practicado por el Congreso de Guatemala no sólo no es delito, sino que pronto se ocuparán de hacer que sea delito afirmar que hubo genocidio.
En Guatemala, durante la década de los ochenta del pasado siglo XX, varias decenas de miles -cientos de miles según algunas fuentes- de civiles fueron salvajemente torturados, violados y asesinados por el ejército. Ahora, treinta años después, cuando algunos de los responsables de aquel genocidio empiezan a ser juzgados, los poderes guatemaltecos pretenden, en aras de la reconciliación nacional, negar aquellos hechos, echar tierra sobre ellos, olvidarlos y hasta negar su existencia. El negacionismo practicado por el Congreso de Guatemala no sólo no es delito, sino que pronto se ocuparán de hacer que sea delito afirmar que hubo genocidio.