En muchas ocasiones, todos hemos leído comentarios y expresiones de sorpresa ante hechos que nos pueden parecer, a primera vista al menos, inconcebibles. Por ejemplo, todos nos hemos sorprendido tradicionalmente de la forma en la que los judíos colaboraban con sus verdugos nazis, facilitando de esta manera su propio exterminio, que nunca habría sido posible en tal escala de otra forma. No es tan normal, sin embargo, sorprenderse de la forma en la que la población alemana colaboró con un régimen que sólo les trajo muerte y destrucción. Tampoco suele sorprender tanto la colaboración de la población en las guerras: soldados que van hacia una muerte casi segura por una causa que no es suya…
La forma de conseguir esta colaboración, de lograr la servidumbre voluntaria es mediante fábricas de opinión y control de las conciencias, antes llamados sistemas de propaganda. Bajo el régimen nazi fue Goebbels quien mejor teorizó sin ningún pudor sobre esto. Hoy en día, Goebbels no sería más que un aprendiz, pues sus ideas se han desarrollado de tal forma que han alcanzado un grado de perfección inimaginable hace tan solo algunas décadas. El objetivo es conseguir la servidumbre voluntaria y la colaboración de las víctimas con sus verdugos. A esto le llaman democracia: los verdugos son elegidos por sus víctimas voluntariamente.
Lo que llaman democracia es un sistema casi perfecto para conseguir la colaboración de las masas en cualquier proyecto diseñado por quien controla hoy en día el mundo: el dinero y los mercados. A su servicio están las grandes, medianas y pequeñas empresas, los bancos, los políticos y sobre todo… los medios de comunicación. Y gracias a ellos… todos nosotros. Los medios de comunicación son la clave para que todos colaboremos sin rechistar, o rechistando poco, lo justo para que podamos tener la sensación de ser libres y colaboremos con libertad.
Si el dinero y los mercados deciden que hay que hacer centrales nucleares… éstas se hacen. Esto ya lo hemos visto. Y si alguna no se hace es porque hay unos locos dispuestos a lo que sea que se dedican a matar a los ingenieros que las construyen. Esto también lo hemos visto. Si el dinero y los mercados deciden hacer FRACKING… pues lo harán. Si no es en un sitio, será en otro. Porque en el fondo… todos nosotros, las masas silenciosas y las no tan silenciosas colaboraremos con ellos, incluso cuando algunos de nosotros, con la boca pequeña, digamos que no queremos fracking y vayamos a las manifestaciones en coches que consumen gasolina por un tubo o por medio tubo y que cuando ésta se acabe necesitaremos que hayan hecho un poco de fracking en algún sitio para poder seguir haciendo todo aquello que estamos tan acostumbrados a hacer que nos parece la cosa más natural -como el gas-del mundo y que por ello nos aterroriza perder.
Es muy pretencioso creer que unos pocos chalados vamos a poder convencer a las grandes empresas que han invertido su dinero, y a los políticos que nacen, crecen y se multiplican a la sombra de este sistema (el sistema del dinero y los mercados, del consumo y del derroche), con argumentos como los de los peligros para la salud, para el medio ambiente o para el paisaje… Tampoco podemos pretender convencer a las masas que leen los periódicos, escuchan la radio y ven la televisión, de lo malo y peligroso que es el fracking… Igual conseguimos que algunos de aquellos a quienes vaya a afectar directamente se unan a las protestas, aunque en el fondo estén pensando que si lo hacen lejos de su casa, a ellos no les importa tanto… o sea… como lo del coltán… que a fin de cuentas es algo que pasa en el Congo… Los fumadores no dejan de fumar aunque en el paquete de tabaco ponga que fumar mata con letras gordas.
Sólo hay una forma de conseguir que no se haga Fracking, ni centrales nucleares, ni pozos de petróleo, ni se explote la mano de obra barata, ni se desperdicien los recursos naturales, ni se contamine la atmósfera, ni se caliente globalmente el planeta… es desenmascarando las estrategias del dinero y de los mercados para conseguir nuestra colaboración. De esta forma se podría conseguir que no colaboremos con ellos. Esto sólo se puede hacer poco a poco, desde los entornos pequeños, desde lo local. Ir agitando las conciencias, ir cambiando nuestras formas de vida poco a poco.
No digo que no haya que hacer manifestaciones, escritos, manifiestos, comunicados, reuniones con políticos y empresarios… Mi opinión, sinceramente, es que todo esto sirve para bien poco y a veces sólo sirve para reforzar las estrategias del dinero y los mercados. Nos dejan sentirnos libres durante un rato y de esta forma consiguen que nosotros mismos con nuestras protestas legitimemos su sistema, porque saben que tienen suficiente poder para hacer lo que tienen decidido hacer, porque controlan perfectamente la opinión de las masas y sus conciencias. Porque saben que muchos, la mayoría probablemente, de los que dicen "Fracking No" volverán a votar en las próximas elecciones y harán fracking contando con el apoyo de sus votos. Porque saben que son pocos, muy pocos, poquísimos, de los que dicen hoy "Fracking No" que están dispuestos a cambiar en algo su forma de vida para que suponga consumir menos energía, menos coltán y, en definitiva, consumir menos y no derrochar nada, para que no sea necesario hacer fracking ni aquí ni en ningún sitio, ni ahora ni nunca.
Nada conseguiremos si no logramos la transformación radical de los individuos, empezando por cada uno de nosotros y avanzando a pequeña escala con efectos multiplicadores. Porque el enemigo más difícil a combatir está en nosotros mismos, está anclado en nuestro cerebro y en nuestra conciencia, en forma de prejuicios que han sido modelados por quienes construyen opiniones y controlan nuestras conciencias. El enemigo lo tenemos dentro y por ahí es por donde debemos empezar.