martes, 29 de abril de 2014

Mala noche


"Mala noche... Estas palabras cruzaron por mi mente dejando de repente en ella una viva impresión. A la penumbra vacilante de las velas, las imágenes desfilaban por aquel surco sin resistencia; de golpe, el recuerdo del grabado de Goya hizo presa en mí. Sobre el fondo opaco, color grafito, de una noche de tempestad que arrastra con ellas, aparecen dos mujeres: una forma negra, una forma blanca. ¿Qué sucede en ese carrascal perdido, al fondo de esa noche sin luna: aquelarre-rapto-infanticidio? Todo el lado clandestino, incierto, de la cita nocturna se agazapa en las tupidas faldas abombadas de ladrona de niños de la silueta negra, en su rostro sombreado, mongólico y cegato, de párpados pesados y oblicuos. Pura expresión del deseo son esa luz de cal viva que destaca la silueta blanca sobre la noche, ese ventarrón que alza hasta la cintura las enaguas blancas sobre unas piernas perfectas, que hace restallar las faldas como una bandera y que resalta, en forma de capuchón, los contornos de una espalda, de una cabeza encantadora. El rostro oculto, vuelto del lado de la noche, se dirige hacia algo que nos es vedado; la postura no establece diferencias entre el espanto, la fascinación o el estupor. He aquí el salvaje anonimato del deseo, y cierta tentación peor en esa silueta arremangada y flagelada, en la que se exalta quién sabe qué elegancia invisible, y en ese viento brutal que estampa las faldas contra los ojos y la boca y pone los muslos al descubierto."

Julien Gracq, El rey Cophetua, p. 62-63