Necesito tanto tiempo para no hacer nada
que no me queda tiempo para hacer nada
Un día frío de primavera... estoy tumbado junto a un roble cuyas ramas comienzan a cubrirse del verde manto de hojas que pronto, cuando el sol caliente de verdad, se convertirán en una agradable sombra.
Contemplo las gamas de colores que cubren el mundo... los verdes salpicados por los destellos de color amarillo intenso de las flores de las aulagas.
Contemplo los movimientos de mis cabras que comen un poco de aquí y un poco de allí...
Mientras la vida me regala con todo esto... espero... porque si algo es la vida es espera... Esperar sin prisa a que transcurra el tiempo que nos corresponda vivir.
No entiendo la actitud de quienes hablan de "matar el tiempo" para no aburrirse.
No lo entiendo, porque no sé qué tiene de malo aburrirse... igual es que no entiendo bien lo que quieren decir con esa palabra... ¿aburrirse?
Yo hago tiempo... el tiempo no es ni más ni menos... tenemos un tiempo para vivir... si lo matamos, matamos nuestra vida... Hago tiempo porque intento que el tiempo pase más lento, que la espera sea más larga... para poder disfrutarlo, saborearlo, vivirlo...
No sé si es una filosofía... es una forma de vida. Necesitar pocas cosas... hacer pocas cosas... disfrutar de lo que nos rodea... disfrutar y saborear la vida...
Michel Onfray escribía ayer en El País algunas reflexiones que vienen a cuento de esto.