jueves, 5 de diciembre de 2013

La industria del Holocausto

Norman Finkelstein, La industria del Holocausto, laeditorialvirtual

"Este libro es tanto una anatomía como una denuncia de la industria del Holocausto. En las páginas que siguen, argumentaré que “El Holocausto” es una representación ideológica del holocausto nazi. Al igual que la mayoría de las representaciones similares, ésta tiene una conexión, si bien tenue, con la realidad. El Holocausto es una construcción, y no arbitraria sino más bien intrínsecamente coherente. Sus dogmas centrales sustentan importantes intereses políticos y de clase. De hecho, el Holocausto ha demostrado ser un arma ideológica indispensable. A través de su explotación, una de las potencias militares más formidables del mundo, poseedora de un horrendo historial en materia de derechos humanos, se ha presentado como un Estado “víctima”, y el grupo étnico más exitoso de los Estados Unidos ha adquirido un estatus de víctima en forma similar. Esta falsa victimización genera considerables dividendos – particularmente inmunidad a la crítica, por más justificada que ésta sea. Y podría agregar que quienes gozan de esta inmunidad, no han escapado de las corrupciones morales que típicamente van con ella."

"... sigo convencido de que es importante preservar – luchar por – la integridad del registro histórico. En las páginas finales de este libro sugeriré que, estudiando el holocausto nazi, podemos aprender mucho no sólo acerca de “los alemanes” o de “los gentiles” sino acerca de todos nosotros. No obstante, creo que para hacer eso, para realmente aprender del holocausto nazi, hay que reducir sus dimensiones físicas y agrandar sus dimensiones morales."

"Se han invertido demasiados recursos públicos y privados en monumentalizar el genocidio nazi. La mayor parte de lo así producido es inservible; no constituye un tributo al sufrimiento judío sino al engreimiento judío. Hace ya mucho tiempo que deberíamos haber abierto nuestros corazones a los sufrimientos del resto de la humanidad. Ésta fue la principal lección que me impartió mi madre. Ni una sola vez le escuché decir: “no compares”. Mi madre siempre comparaba. Sin duda, es preciso hacer diferenciaciones históricas. Pero el hacer diferenciaciones morales, entre “nuestros” sufrimientos y los de “ellos” ya es, en si mismo, una parodia moral. Muy humanamente Platón observó: “No puedes comparar a dos personas miserables y decir que la una es más feliz que la otra”. A la vista de los sufrimientos de afroamericanos, vietnamitas y palestinos, el credo de mi madre era: todos somos víctimas de holocaustos."

(de la introducción del libro)

El beneficio del horror