"El caso de Adolf Eichmann es simbólico de nuestra situación
y tiene un significado que va mucho más allá del que
les preocupaba a sus acusadores en el tribunal de Jerusalén.
Eichmann es un símbolo del hombre-organización, del
burócrata alienado para el cual hombres, mujeres y niños
se han transformado en números. Pero lo que más impresiona
respecto de éste, es que después de relatados todos
los hechos con su propia admisión, procedió con perfecta
buena fe a alegar su inocencia. Está claro que si volviera
a encontrarse en la misma situación, lo haría de nuevo.
Y también lo haríamos nosotros - y lo hacemos -. El hombre-organización ha perdido su capacidad de desobedecer,
ni siquiera se da cuenta del hecho de que obedece. En este punto
de la historia, la capacidad de dudar, de criticar y de desobedecer
puede ser todo lo que media entre la posibilidad de un futuro para
la humanidad, y el fin de la civilización."
Erich Fromm, "La desobediencia como problema psicológico y moral"