La mujeres son hoy en día pastoreadas por las instituciones, por el estado, por los políticos... son protegidas por su propio bien, se dictan leyes especiales para su protección, se establecen cuotas para que puedan participar en el sistema, para hacerlas iguales a los hombres, para incorporarlas, como explotadoras también, al sistema de explotación vigente, para que el patriarcado no sea sólo cosa de hombres...
Teresa Domingo Catalá nos ofrece una visión irónica sobre "la igualdad" en este comic ilustrado por Frigault García y prologado por Prado Esteban
Prólogo
Todo tiempo de decadencia es proclive a la sátira. Cuando la
depravación y la degeneración de las sociedades hacen difícil la crítica por la
persecución de todo pensamiento heterodoxo, la burla se convierte en una vía
eficaz para sortear la policía ideológica del sistema. La ironía literaria y la
caricatura son las armas elegidas por los autores de este trabajo para abordar
una de las cuestiones más sangrantes de la sociedad actual, la de las políticas
de género y el gran aparato institucional destinado a promoverlas.
Nos enfrentamos a un magno proyecto biopolítico destinado a
transformar la sociedad, el sujeto y la vida toda de manera transcendental y
definitiva. Las políticas estatales sobre la mujer no son tan novísimas como
algunos piensan, fue el franquismo el primer hacedor de un gran aparato
institucional destinado a “educar” a las mujeres, gobernar sus vidas e
instruirlas en el sexismo androfóbico, el amor al orden y al Estado, el ejercicio
de funciones policíacas en la familia y en la comunidad, la persecución de la
heterodoxia no solo en lo político sino en el pensamiento, las formas de vida o
las prácticas eróticas. La Sección Femenina creó el primer funcionariado
dedicado exclusivamente a las políticas de género.
Resulta curioso a la vez que esclarecedor que el Instituto de la Mujer
ocupara, en el año 1983, la misma oficina de la calle Almagro 36 de Madrid que
había cobijado a la Sección Femenina hasta poco antes. La estructura y proyecto
de este organismo del aparato estatal no se diferenciaba esencialmente de la
que sostenía la organización falangista. La "educación", "capacitación"
y en su caso "organización" de las mujeres en función de las
necesidades del Estado era el objetivo en ambos casos y había continuidad en lo
esencial en el programa de una y otra organización aunque se han hinchado las
diferencias en el lenguaje. En ambos casos, reflejaban la concreción para este
territorio de los dictados de los organismos internacionales.
Lo cierto es que las políticas de género, tanto las del franquismo
como las del post-franquismo, han significado la más escandalosa afirmación y
reforzamiento del patriarcado. Las mujeres no han de ser pastoreadas ni por
"su propio bien" ni "por el bien de la sociedad", han de
ser sujeto de su propia vida, sea ésta más o menos afortunada, y no objeto de
tutela, protección, privilegio, manejo, manipulación, adoctrinamiento, uso y abuso por parte de las instituciones.
Es inadmisible la creación de un aparato institucional dedicado a
gobernar a las mujeres, lo es también la existencia de cátedras de género pues
el género no ha de ser construido en otro lugar que el interior del sujeto y en
relación con sus vínculos naturales. Es inaceptable la creación de leyes
desiguales para mujeres y hombres como la Ley de Violencia de Género, auténtica
ley de excepción destinada a triturar el amor y los vínculos entre las mujeres
y los hombres, a perseguir a los varones y promocionar la violencia
intersexual. Igualmente se debe deplorar la existencia de
"privilegios" (que no son tales pues se dirigen a fomentar aquello
que al poder interesa), cuotas que ignoran el mérito y el esfuerzo, prebendas o
premios por servir a sus amos y ejercer el mal.
A comienzos del siglo XXI los estamentos del poder mundial se llenan
de féminas en sus más altas jerarquías. Son ya multitud las que dirigen
gobiernos, países o emporios económicos gigantes con lo que cada año aumenta la
nómina de las mega-ricas y ultra-poderosas. Pero ello no solo no ha hecho el
mundo más habitable y humano, al contrario, los más atroces proyectos contra el
pueblo y los trabajadores y trabajadoras son acometidos por féminas que se
sienten investidas de la potestad de dominar y someter a los de abajo con el
argumento de que las mujeres han de tener poder para emanciparse.
Hobbes, Nietzsche y Maquiavelo, los apologetas de la sociedad de la
violencia, la autoridad sin límites y el crecimiento infinito del Estado, se
han convertido en los santos patrones del grupo de las mujeres del poder, sea
éste en la escala de lo grande, lo pequeño o incluso lo ínfimo, creando un
colectivo que expande sus feas e impúdicas prácticas por doquier. Así, es cada
vez más corriente que jefe de gobierno, ministro, alcalde, concejal, director
etc. se pronuncie en femenino, que el patrono sea ella, que el jefe
maltratador, acosador o abusador sea jefa y la maltratada otra mujer, que quien
golpee en las protestas a varones y féminas indistintamente sea una policía y
quien se ponga en primera línea de fuego en las guerras o mande las tropas, sea
ella y no él.
La perversidad, la inmoralidad, la corrupción y los crímenes políticos
no son patrimonio de los hombres sino de los dominadores que cada vez en mayor
número son mujeres, por eso asistimos a la emergencia y ampliación de un
colectivo de corruptas, especuladoras, autoritarias y violentas que lo son por
su posición social y su decisión voluntaria y que, en relación al número de
ellas en cada institución, representan tal vez un porcentaje mayor que el de
varones ocupados en tales transgresiones. Nada prueba que haya más humanidad o
benevolencia bajo el gobierno de las mujeres lo que se manifiesta en que
algunas hayan sido condenadas por genocidio y crímenes contra la humanidad durante
el siglo pasado al que algunos han llamado el siglo de las mujeres.
Mientras tanto las mujeres del pueblo carecen por completo de libertad,
en primer lugar de la más natural y sagrada, la libertad de conciencia. El
adoctrinamiento intensivo a que son sometidas vela la realidad y construye a su
alrededor un mundo de sombras y dogmas de carácter religioso que destruyen las
cualidades reflexivas de sus seguidoras, impiden comprender el mundo exterior e
incluso la propia experiencia, someten al patrón de la corrección política toda
práctica o pensamiento con lo que ha desaparecido la autonomía en el acto
supremo de ser humanas, el pensar.
No hay tampoco libertad en la vida. El trabajo a salario, obligatorio
para la mayoría, es la cárcel en la que se entrega la mayor parte de las
fuerzas y energía de las mujeres. El salariado es una actividad no libre que
los pensadores clásicos no distinguían de la esclavitud. La mayor parte de las
actividades laborales hoy no solo no enriquecen la vida de quienes las
desarrollan sino que son embrutecedoras y denigrantes. En las empresas y
fábricas las mujeres que ocupan los escalones más bajos de la jerarquía son
constantemente humilladas y abusadas, lo que incluye en muchos casos acoso
sexual e incluso violación sin que nadie levante la voz contra ello y tales
humillaciones y abusos son cometidos, cada vez más a menudo, por otras mujeres.
Pero no solo han de entregar su vida al desarrollo de un capitalismo más
depredador sino que están obligadas a considerar que tal estado es su mayor
emancipación y una conquista sin precedentes en la historia.
No son libres las mujeres hoy para ser madres, el capitalismo es
incompatible con la natalidad, así ha sido siempre y hoy lo es más que nunca.
Cuando la natalidad en nuestro entorno apenas sobrepasa el hijo por mujer se
sigue tronando contra la "imposición cultural" de la maternidad. Lo
real es que la mayor parte de las mujeres del pueblo encuentran barreras
crecientes para tener los hijos que desean y que el aborto empieza a hacerse
obligatorio para un gran número de ellas por la presión económica, política e
institucional. Se ha creado un discurso agresivo y violento hacia el cuerpo de
la mujer y su capacidad de gestar presentándolo como un obstáculo a su
libertad.
No son libres las mujeres en casi ningún ámbito de la existencia, las
estructuras de vida que imponen el par Estado-capitalismo se han hecho
incompatibles con casi todos los vínculos naturales, la vida comunitaria y las
relaciones amorosas están en trance de desaparecer, por lo que todos, ellos y ellas, están abocados
a la soledad existencial más devastadora.
No hay libertad en lo erótico, la persecución de los impulsos
libidinales que la Sección Femenina hizo en nombre de la única virtud que salvaguardaba el franquismo, la de la
castidad, se hace hoy con el argumento de que las relaciones entre los hombres
y las mujeres han sido estructural e históricamente desiguales, los argumentos
son distintos pero proponen las mismas soluciones y tienen las mismas
consecuencias y el mismo proyecto de fondo, la desaparición del sexo libre
entre las mujeres y los hombres. La represión del erotismo heterosexual, del
sexo reproductivo y de la erótica de la maternidad y la crianza construye hoy
una sociedad más represiva que la victoriana con consecuencias catastróficas en
la psique y el cuerpo de las mujeres.
Todo ello se ha hecho en nombre de la "emancipación"
femenina y se ha enhebrado en un discurso victimista y resentido sobre la
historia de la mujer, un discurso construido en torno a la mentira que ha
creado una mitología de la opresión patriarcal que oculta la realidad del
patriarcado histórico para imponer un mito religioso sin fundamento
verificable. La falsificación de la historia, un hito fundamental en la
dominación de las mujeres ha asignado el papel de víctimas a todas las féminas
por razón de su sexo y con ello ha impuesto otra obligación espantosa, el deber
de hacer del miedo y el odio su forma de ser y estar en el mundo y por lo tanto
la necesidad de permanecer siempre en el enfrentamiento y la defensiva primero
ante los hombres pero después también ante las mujeres. Lo cierto es que el
odio es la forma natural de expresarse el sexismo que es una manifestación de
fanatismo.
Todas estas obligaciones constituyen la forma concreta como se realiza
la sumisión de las mujeres en el presente.
El pueblo carece hoy de espacios de libertad sin distinción de sexos, no
solo de libertad política sino de libertad civil. Pero hay más, La biopolítica
es el último escalón en la destrucción de todo espacio de autonomía porque
destruye el reducto más inviolable del albedrío humano, el más interior y que representa
el espacio de las libertades naturales, que es la manifestación de sus impulsos
más primarios e íntimos, sus vínculos, la realización de sus necesidades
corporales y espirituales en el espacio de la vida horizontal y no jerarquizada.
Evidentemente las mujeres no vivimos en un paraíso en las sociedades
de la modernidad tardía aunque es previsible que las condiciones que conocerán
nuestras hijas serán aún peores.
Es por eso muy importante desenmascarar a esta nueva casta de
funcionarios y funcionarias del sexismo político que pretenden arrogarse la
representación de las mujeres a pesar de
no haber sido nunca refrendadas por ellas. Su función hoy no es otra que
adoctrinar, avasallar y doblegar a las féminas para someterlas a la biopolítica
del sistema y por lo tanto destruirlas en tanto que mujeres y personas para
convertirlas en siervas del Estado y carne de labor.
Pero curiosamente asistimos estupefactos a los efectos colaterales de
las políticas de "promoción" y "privilegio" de las mujeres.
La estrategia de cuotas y prebendas por razón de sexo ha generado un efecto no previsto,
un número creciente de mujeres que han vivido en los espacios de poder y sus
aledaños usando su condición sexual como único argumento para medrar, ocupan
cargos y puestos de autoridad, reciben ventajas políticas y sobre todo
económicas, sin haber pasado por la criba de la competencia por méritos (sean
estos del tipo que sean) y sus capacidades, en ese caldo de ser "niñas
mimadas", han menguado sustancialmente.
Sucede que el patriarcado actual ha superado la situación de la
inferioridad jurídica de las mujeres porque ha construido la inferioridad real
y objetiva de una buena parte de ellas. Seres a los que el sistema y la
sociedad ha "reído las gracias" durante demasiado tiempo no podían
tener otro itinerario que el entontecimiento y la pérdida de sus mejores
cualidades. Así es cada vez más corriente la incompetencia de las féminas de
"cuota" y cada vez más la satirización de ese aspecto. Así se hace en
esta obra, autentica jocosería, de las desventuras de las funcionarias de cupo.
Mas no debemos quedarnos en la crítica y es necesario que seamos capaces,
desde la conciencia de los grandes males del presente, de movilizarnos, no por
la emancipación de las mujeres pues todo movimiento corporativo es, por
necesidad, no emancipador sino por la regeneración de la sociedad y por un
proyecto de ascenso de las cualidades e ideales humanos. Las mujeres deberíamos
asirnos fuertemente a nuestros deberes como auténtico camino a la regeneración
de la sociedad y la civilización humana. Hablar de la emancipación femenina
como un proyecto gremial separado de los actos y procesos de la emancipación
humana, entenderlo como una lucha por derechos y gracias otorgados por el poder
es una falacia, una auténtica burla a las mujeres que están hoy obligadas a
llamar a la opresión libertad.
Prado Esteban