domingo, 28 de septiembre de 2014

amor a la humanidad

-Coraje, muchachos, hagamos algo –exhortó Badaracco-. Por amor a la humanidad.
-¿Por qué tiene usted, señor Badaracco, tanto amor a la humanidad? –preguntó el gallego.
Ruborizado, Badaracco balbuceó:
-No sé. Todos sabemos.
-¿Qué sabemos, señor Badaracco? ¿Si usted piensa en los hombres, los encuentra admirables? Yo todo lo contrario: estúpidos, crueles, mezquinos, envidiosos –declaró Villarroel.
-Cuando hay elecciones –reconoció Chazarreta-, tu bonita humanidad se desnuda rápidamente y se muestra tal cual es. Gana siempre el peor.
-¿El amor por la humanidad es una frase hueca?
-No, señor maestro –respondió Villarroel-. Llamamos amor a la humanidad a la compasión por el dolor ajeno y a la veneración por las obras de nuestros grandes ingenios, por el Quijote del Manco Inmortal, por los cuadros de Velázquez y de Murillo. En ninguna de ambas formas vale ese amor como argumento para demorar el fin del mundo. Sólo para los hombres existen las obras y después del fin del mundo –el día llegará, por la bomba o por muerte natural- no tendrán ni justificación ni asidero, créame usted. En cuanto a la compasión, sale gananciosa con un fin próximo... Como de ninguna manera nadie escapará a la muerte ¡que venga pronto, para todos, que así la suma del dolor será la mínima!   
  
Adolfo Bioy Casares, El calamar opta por su tinta (Historias fantásticas)