Sabio es el que siempre quiere saber y sabiendo sabe que no sabe y que cuanto más sabe menos sabe y más quiere saber.
Sabio es quien busca respuestas a sus preguntas y lo que encuentra es más preguntas a las que buscar respuestas. Las preguntas aumentan de forma exponencial y todas confluyen en una: ¿pero qué hago yo aquí preguntándome todo esto?
Vivir en un mundo de certezas es imposible para quien se haga alguna vez una sola pregunta. Vivir en un mundo de certezas es más seguro, más tranquilo... pero mucho más vacío.
Vivir preguntándose hace entender que no somos nada más que el pequeño fruto de un azar y que nunca llegaremos a entendernos a nosotros mismos ni a entender lo que nos rodea. Sin embargo también nos ayuda a disfrutar de cada instante, de cada pequeña cosa, de perdernos en sueños, en contemplar el mundo, en sentir la vida, en saborear la presencia cercana de otros alientos junto a los nuestros...