Leyendo a Kapuscinski, Un día más con vida, reflexiono sobre la guerra de Angola. La guerra por el poder, que se desató en Angola en vísperas de su independencia en 1975 y que duró casi tres décadas, me permite reflexionar sobre algo que me parece de vital importancia para entender gran parte de los conflictos y luchas por el poder que se producen en otras partes del mundo. Me fijo sencillamente en las personalidades de los líderes de los grupos enfrentados y me doy cuenta de que lo que mueve a quienes apoyan a uno o a otro va mucho más allá de la ideología y tiene mucho que ver con el talante y la calidad humana de sus protagonistas.
Agostinho Neto, el líder del MPLA, apoyado por Cuba y por la URSS, es decir, lo que se conocía en aquellos años como un "comunista", era un hombre preocupado por los más desfavorecidos, por el pueblo angoleño. Era médico y poeta. Un hombre culto y con una gran sensibilidad. Un cuidador.
Holden Roberto, el líder opositor que desencadenó una guerra sangrienta y cruel, apoyado por las grandes potencias europeas, por Estados Unidos y por la CIA, era lo que se conoce como un "emprendedor", un "hombre de negocios" que regentaba, en el Congo, restaurantes y hoteles para blancos entre otros negocios más o menso limpios.
Dos personalidades muy diferentes.