"Era capaz de permanecer durante horas sentada en el suelo, con las piernas cruzadas, dibujando un perfil, la curva de una espalda. Pero también una hormiga o la nervadura de una hoja, porque le enseñé que las cosas minúsculas contienen el infinito."
Melania G. Mazzucco,
La larga espera del ángel, p. 99