jueves, 10 de julio de 2014

el carnicero de Badajoz

Juan Yagüe Blanco.. el General Yagüe, todavía tiene una calle en Madrid y en Oviedo y un hospital con su nombre en la ciudad de Burgos.








Estas son sus hazañas:

Yagüe había recorrido 500 kilómetros en cuatro semanas, perpetrando horribles matanzas en Andalucía y Extremadura, lo cual había provocado que sus tropas fueran conocidas como “la columna de la muerte”. Las masacres de Badajoz, Mérida y Almendralejo son particularmente conocidas. De hecho, los corresponsales Jay Allen, Mário Neves y John T. Whitaker presenciaron los crímenes cometidos en Badajoz por los legionarios y los regulares. Mário Neves descubrió una enorme columna de humo blanco y, gracias a una conversación ocasional con un sacerdote, localizó su procedencia. Las tropas de Yagüe habían amontonado los cadáveres de sus víctimas en el cementerio e incineraban sus restos con gasolina. Horrorizado, Neves envió un despacho telefónico a su periódico, el Diário de Lisboa, comunicando su intención irrevocable de partir hacia otro lugar: “Me voy. Quiero salir de Badajoz, cueste lo que cueste, tan pronto como sea posible y con la firme promesa de no regresar”. No menos sobrecogido, Allen escribió para el Chicago Tribune: “Esta es la historia más dolorosa que me ha tocado escribir. […] La represión comenzó apenas se tomó la ciudad. En la plaza de toros, han fusilado con ametralladoras a más de 1.800 hombres y mujeres. Hay más sangre de la que uno pueda imaginar en 1.800 cuerpos”. John T. Whitaker interrogó al coronel Yagüe, preguntándole si era cierto que habían fusilado a 4.000 prisioneros. Sin avergonzarse, Yagüe contesto: “Claro que los fusilamos. ¿Qué esperaba? ¿Suponía que iba a llevar 4.000 rojos conmigo mientras mi columna avanzaba contrarreloj? ¿Suponía que iba a dejarles sueltos a mi espalda y dejar que volvieran a edificar una Badajoz roja?” En La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz (2003), el historiador Francisco Espinosa Maestre documenta la identidad de 1.518 personas fusiladas en Badajoz por las tropas del coronel Yagüe, rebajando el alcance de la represión, pero al mismo tiempo indica que en toda la provincia la cifra total de ejecuciones supera las 12.000. Espinosa, que realizó un minucioso trabajo de campo pueblo por pueblo, sostiene que la represión “no fue una consecuencia de la guerra, sino una de sus razones explicativas fundamentales. […] La violencia formaba parte del proyecto inicial de los insurgentes, dispuestos a exterminar a todos los elementos de la sociedad española –políticos, sindicalistas, profesionales, maestros…- que habían contribuido a articular la alternativa reformista iniciada en 1931”. Para Espinosa, Badajoz es una prefiguración de Auschwitz.

(extraído del blog de Rafael Narbona)