"Para eludir el castigo, algunos homosexuales se disfrazaban de mujeres y se hacían pasar por prostitutas. A fines del siglo quince, Venecia dictó una ley que obligaba a las profesionales a exhibir sus tetas. Los pechos desnudos debían ser mostrados en las ventanas donde ellas se ofrecían a los clientes de paso. Trabajaban en un puente, cercano al Rialto, que todavía se llama Ponte delle Tette."
Eduardo Galeano, Espejos, p. 99
Según cuenta Javier Marías, no sólo hubo un Ponte delle tette, sino varios:
Javier Marías, "Venecia, un interior"