Holland House Library, London (1941)
Por la noche, en un coloquio, alguien me preguntó si era capaz yo de
explicarle para qué sirve leer. Parecía que aquel fuera el Día Mundial
de la Lectura. Entonces, a pesar de lo que había escrito aquella mañana,
estuve a punto de enojarme por el desprecio hacia los libros que
parecía contener aquella pregunta. "Para nada", iba a contestarle
iracundo, "no sirve para nada leer del mismo modo que la literatura no
ha servido nunca para nada. ¿Satisfecho?"
Pero la noche no es la mañana, decían en una canción ligera de mi juventud. A diferencia de la mañana, me encontraba yo en aquel momento de buen humor y decidí, más que enfadarme, evangelizar a aquel indígena del país de los analfabetos. Tal vez porque la guerra lo contamina todo, se me ocurrió hablarle al indígena de la fotografía de una biblioteca hecha en 1940 durante los bombardeos sobre Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Es una fotografía que ha sido bastante divulgada y que muestra los restos de una biblioteca medio derruida por los bombardeos. A través del tejado hundido, se ven edificios fantasmales. Pero las estanterías de la biblioteca permanecen en su lugar y los libros alineados en ellas parecen intactos. Tres hombres están de pie entre los escombros y se dedican a fatigar los anaqueles, los tres están absortos en la tarea de escoger un libro para leer. No están olvidándose de la guerra ni parecen ajenos a la destrucción del paisaje que los acoge. Están mirando libros. Simplemente, tratan de que la vida continúe, buscan seguir adelante. Están afirmando el derecho de todos a preguntar, pensar, saber, tratar de entender.
Enrique Vila-Matas, "La lectura es un reloj que se adelanta"