"La mente de los seres humanos segrega constantemente unas sustancias tóxicas, llamadas ideas, que llegan a invadir todo el organismo. No hay persona humana que no arrastre el peso de un montón de ideas en la cabeza. En realidad, tener alguna idea no es malo; pero los humanos, en lugar de tener cada vez una sola idea, persistente y clara, como hacen los gatos, tienen muchas ideas a la vez, por un exceso de secreción de su mente. La abundancia de ideas hace que éstas se enmarañen y produzcan un estado de confusión permanente, aislamiento con respecto al entorno... Otra consecuencia de esa saturación de ideas en el cerebro es que los seres humanos son en general incapaces de hacer cosas tan sencillas como acomodarse y dejar la mente en blanco... Ni que decir tiene que eso les imposibilita para vivir el presente: su cuerpo está aquí y su cabeza está siempre en el lugar inexistente del pasado o del futuro adonde les llevan sus ideas."
Paloma Díaz-Mas, Lo que aprendemos de los gatos, p. 44-48