Es probable que los censores acostumbrados a cerrar revistas como El Jueves u otras parecidas hayan escrito estos días en sus tuiters o en sus feisbucs el mantra de rigor: "Je suis Charlie Hebdo". Estos días todos quieren ser Charlie Hebdo, aunque hasta hace bien poco hubieran condenado a la hoguera no sólo a la revista sino incluso a sus redactores.
Son hipócritas todas las personas bienpensantes que ahora salen en defensa de una publicación que odian porque ha sido atacada por los "malos oficiales", pero también son hipócritas las izquierdas progresistas que justifican el ataque por razones parecidas, es decir, porque sus responsables son los "malos oficiales". Asel Luzarraga, al día siguiente del atentado, nos ofrecía una lúcida reflexión sobre esta hipocresía de las izquierdas en el artículo "La coherencia de la izquierda, de la cristianofobia a la islamofilia" publicado en su blog.
En el colmo de la hipocresía, defensores de la llamada "Ley Mordaza" se autoproclaman ahora defensores de la libertad de expresión:
José Antonio Gutiérrez Dantón se pregunta, en un artículo publicado el pasado día 7 con el título "Je ne suis pas Charlie":
"¿Qué ocurriría si yo hiciera ahora una revista cuya portada tuviera el siguiente lema: “Matanza en París. Charlie Hebdo es una mierda: no detiene las balas” e hiciera una caricatura del fallecido Jean Cabut acribillado con una copia de la revista en sus manos?"
Charlie Hebdo se ha destacado durante muchos años por reirse de todo y de todos. ¿Existen límites a este humor satírico? En el blog ¡caramba! nos explican su punto de vista con una magnífica viñeta: