La literatura puede ser una forma de recordar el horror para librarse de él. Hay que saber cómo es el sufrimiento para poder vivir sin hacer sufrir. El salmo 44 es el grito de un pueblo que sufre y no sabe por qué, el grito de quienes no saben cuál es su culpa para merecer tanto desprecio y tanto sufrimiento, el grito de quienes se sienten abandonados sin merecerlo...
A través del lirismo, de la poesía, y de la belleza de las imágenes, Danilo Kis nos introduce en el horror y nos transmite el lamento de las víctimas, que desconocen cuál es su culpa y por qué merecen el odio y el desprecio de sus semejantes, de sus vecinos, para que el sufrimiento esté presente en nosotros "como advertencia, como alegría; como un obelisco".
Nos habeis reducido a ser el oprobio y la fábula de nuestros vecinos
Salmo 44, 15
Fragmento del Salmo 44 (43)
British Library, The Luttrell Psalter, MS 42130, f. 84v
“Y así llegó sin darse cuenta a la estación y vio un largo convoy de vagones sellados de los que asomaban caras fantasmales por ventanucas enrejadas y reconoció ese lamento babilónico que también ella misma había experimentado cuando la deportaron en vagones iguales, ese lamento que se transforma en susurro oscuro, seco: la palabra agua pronunciada en todas las lenguas de Europa como si fuera la misma encarnación de la vida, algo más que el arcaico elemento primordial griego y la sustancia básica de todo lo vivo, junto con el aire y la tierra, por supuesto.” (p. 16)
"- Ahora ya muere el hombre -dijo Zana-. ¿Lo entiendes?: el hombre y no el animal" (p. 18)
"... pero ella, cada vez con más torpeza, había empezado a enredarse en esta pesada malla masculina pensando que era un estúpido cartón de gobelinos, y con la aguja fina y diminuta de la pasividad femenina había empezado a pinchar en vacío hasta enmarañarse en los hilos firmes de la malla, por lo que tuvo que pedir ayuda a los hombres..." (p. 22)