"... había comprendido, no de un modo racional, sino con todo su ser, con su vida entera, que el hombre ha sido creado para la felicidad y que esa felicidad está en nosotros mismos, en la satisfacción de las necesidades naturales; que todo el mal procede no de las privaciones, sino de la abundancia."
Liev Nikoláievich Tolstói, Guerra y paz, libro IV, tercera parte, capítulo XII