"No hace demasiado tiempo que ocurrió aquella historia -menos de lo que suele durar una vida, y qué poco es una vida, una vez terminada y cuando ya se puede contar en unas frases y sólo deja en la memoria cenizas que se desprenden a la menor sacudida y vuelan a la menor ráfaga-, y sin embrago hoy sería imposible."
El comienzo es tan estimulante como podría ser el de "En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme..." o el de "Todas las familias felices se parecen entre sí...". Comienzos que llevan en sí la semilla del algo que parece prometedor.
Como siempre ocurre con los autores consagrados en vida como clásicos, las críticas son excelentes. No podría ser de otra forma. Lo contrario sería asumir posturas difíciles de defender ante el reconocimiento general de lo que todos, desde los lectores de bestsellers hasta los sesudos académicos, consideran la gran calidad de un autor. Empiezo pues mi lectura con esperanzas de disfrutar de ella, pero tratando de evitar los prejuicios inducidos en mí por lo que me parecen excesivas alabanzas.
Balthus - Nude stepping out from the bath (1957)
Trato de empezar la lectura como si saliera desnudo del baño, como si no hubiera leido ninguna de las innumerables reseñas laudatorias, apologías y panegíricos que se han publicado en los medios de mayor difusión en los últimos meses. En fin, también es posible que mi esfuerzo por deshacerme de prejuicios me conduzca a otros prejuicios de signo inverso. Intentaré evitarlo y disfrutar de una lectura que promete...
Shakespeare guía los pasos de Javier Marías desde el título, como siempre. Y desde el barroquismo de su lenguaje, también como siempre. Y desde las reflexiones sobre las innumerables cuestiones que preocupan a todos los seres humanos, como siempre. Pero, también como siempre, no consigue Javier Marías ponerse a la altura de su maestro.
Porque quizá haya que renunciar a saber lo que no se puede saber y "de sustraerse al vaivén de lo que se nos va contando a lo largo de la vida entera" para que, aunque así empiece lo malo, lo peor quede atrás... porque "cuando pasa el tiempo todo lo real adopta un aspecto de ficción"... Javier Marías aborda problemas eternos como el tiempo, la memoria, el envejecimiento, la pasión y la deseperación, el miedo a la soledad, la necesidad de afecto, la necesidad de saber lo que no se puede saber...
Tras haber leído varias novelas de Javier Marías se tiene la sensación de que siempre se está leyendo la misma novela. En todas hay una o varias tramas en la que se entretejen situaciones y personajes reales con situaciones y personajes de ficción y en las que lo importante se desplaza desde las situaciones hacia las reflexiones que las distintas situaciones provocan. Reflexiones anidadas unas en otras; reflexiones que todos nos hacemos o que todos podemos hacernos en algún momento de nuestras vidas... Javier Marías prosigue su indagación en los resquicios más profundos del alma humana, porque sus personajes, reales o de ficción (qué más da) son iguales a todos los demás, porque la historia está llena "de idénticos comparsas, empeñados uno tras otro en representar el mismo espectáculo y en reescribir el mismo relato melodramático".
Decía antes que "se tiene la sensación de que siempre se está leyendo la misma novela", pero es que se trata de la misma novela. Javier Marías sólo ha escrito una novela que no se acaba nunca...
Su forma de escribir resulta a veces pedante (como él), y algunas de las situaciones que describe son realmente grotescas. Es Javier Marías, un tipo que no se esfuerza por caer bien.
Thus bad begins and worse remains behind
W. Shakespeare, Hamlet, Act III, Scene IV
Shakespeare guía los pasos de Javier Marías desde el título, como siempre. Y desde el barroquismo de su lenguaje, también como siempre. Y desde las reflexiones sobre las innumerables cuestiones que preocupan a todos los seres humanos, como siempre. Pero, también como siempre, no consigue Javier Marías ponerse a la altura de su maestro.
Porque quizá haya que renunciar a saber lo que no se puede saber y "de sustraerse al vaivén de lo que se nos va contando a lo largo de la vida entera" para que, aunque así empiece lo malo, lo peor quede atrás... porque "cuando pasa el tiempo todo lo real adopta un aspecto de ficción"... Javier Marías aborda problemas eternos como el tiempo, la memoria, el envejecimiento, la pasión y la deseperación, el miedo a la soledad, la necesidad de afecto, la necesidad de saber lo que no se puede saber...
Tras haber leído varias novelas de Javier Marías se tiene la sensación de que siempre se está leyendo la misma novela. En todas hay una o varias tramas en la que se entretejen situaciones y personajes reales con situaciones y personajes de ficción y en las que lo importante se desplaza desde las situaciones hacia las reflexiones que las distintas situaciones provocan. Reflexiones anidadas unas en otras; reflexiones que todos nos hacemos o que todos podemos hacernos en algún momento de nuestras vidas... Javier Marías prosigue su indagación en los resquicios más profundos del alma humana, porque sus personajes, reales o de ficción (qué más da) son iguales a todos los demás, porque la historia está llena "de idénticos comparsas, empeñados uno tras otro en representar el mismo espectáculo y en reescribir el mismo relato melodramático".
Decía antes que "se tiene la sensación de que siempre se está leyendo la misma novela", pero es que se trata de la misma novela. Javier Marías sólo ha escrito una novela que no se acaba nunca...
Su forma de escribir resulta a veces pedante (como él), y algunas de las situaciones que describe son realmente grotescas. Es Javier Marías, un tipo que no se esfuerza por caer bien.