Hoy celebramos el día de la docilidad, de la sumisión, de la obediencia, del borreguismo...
porque hoy, todos nos hemos levantado una hora antes que otros domingos, hemos desayunado una hora antes, comemos una hora antes, cenaremos una hora antes y nos iremos a la cama una hora antes... y todo esto sin que nadie nos lo ordene, sin necesidad de que haya penas de prisión para quien no obedezca la norma impuesta nadie sabe por quién ni cómo...
Pedro García Olivo escribió hace tiempo algunas reflexiones intentando explicarse lo que él llama EL ENIGMA DE LA DOCILIDAD
"Un auténtico collage de textos de diversa naturaleza constituye el material narrativo de esta original novela publicada en Buenos Aires, en 1968. Manuel Puig articula las piezas con ingenio y el talento propio de un artesano, utilizando, en cada uno de los casos, la fórmula social convenida. De esta manera, el lenguaje popular es el protagonista y el vehículo para expresarse: tenemos extractos de diarios íntimos, informes policiales, informes médicos, retazos de diálogos telefónicos, cartas, demandas judiciales, guiones de radionovelas, monólogos interiores, rezos, una confesión ante un cura, esquelas fúnebres, artículos periodísticos de diarios y de revistas, etc. El lector se encuentra frente a una gran variedad de recortes que se aglutinan para recrear un mundo concreto, el mundo de la provincia argentina a finales de la primera década del siglo XX."
Rubias de New York
Letra: Alfredo Le Pera Música: Carlos Gardel
Mary, Peggy, Betty, Julie rubias de New York
Cabecitas adoradas que mienten amor
Dan envidia a las estrellas,
Yo no se vivir sin ellas.
Mary, Peggy, Betty, Julie de labios en flor
Es como el cristal la risa loca de Julie,
Es como el cantar de un manantial
Turba mi soñar el dulce hechizo de Peggy
Su mirada azul honda como el mar.
Deliciosas criaturas perfumadas
Quiero el beso de sus boquitas pintadas,
Frágiles muñecas del olvido y el placer
Ríe su alegría como un cascabel.
Rubio cocktail que emborracha, así es Mary
Tu melena que es de plata quiero para mi,
Si el amor que me ofrezcas
Solo dura un breve día
Tiene el fuego de una brasa tu pasión, Betty
Hace unos días perdíamos a nuestro Cifu de toda la vida... y cuatro días más tarde (como no leo periódicos, ni veo la tele, ni escucho la radio... me entero de las cosas con algún retraso, y a veces, nunca)... pues eso... que cuatro días más tarde también nos quedamos sin Moncho Alpuente... ¡qué tiempos aquellos en lo que cantábamos canciones como "no sea usted original" o "a beneficio de los huérfanos"... ¡qué tiempos!
Vivimos en la farsa de creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles... adormecidos, hipnotizados por la teoría del progreso, del crecimiento infinito, de la razón, del poder de los seres humanos. Vivimos en un inmenso campo de concentración construido por nosotros mismos y en el que somos prisioneros y guardianes al mismo tiempo. Vivimos sumisos, obedientes, resignados... Vivimos una gran farsa contra la que no se puede hacer nada... sólo se puede huir, escapar hacia los márgenes, hacia la clandestinidad... echarse a un lado, no colaborar y no contribuir a la prosperidad de la farsa...
"... había preferido echarse a un lado, no colaborar, malgastar su inteligencia y su sensibilidad con cualquier pasatiempo antes que contribuir a la prosperidad de la farsa." (José Ardillo, Buenos días, Sísifo)
Cifu se nos ha ido y nos ha dejado tan solos... Su voz, sus larguísimos comentarios y charletas y sus selecciones musicales de jazz, siempre el jazz, el jazz porque sí... nos han dejado abandonados, perdidos en la inmensidad del espacio y del tiempo... Recuerdo que escuchaba a Cifu en mi primera radio de galena, fabricada por mí mismo, con un auricular pegado a la oreja, en las noches de verano, con la ventana abierta, mirando hacia el Campo Volantín, mientras soñaba con cualquiera sabe qué... Sería el año 1971 o 1972... Han pasado muchos años. Muchos años sin escucharle, pero ocasionalmente volvía a oir su voz por la radio... una voz que me evocaba situaciones de aquellos años en los que estaba tan perdido como lo estuve después y como lo estoy ahora... Y Cifu seguía allí, en las ondas, como si el tiempo no hubiera transcurrido... en un presente continuo... Ahora ya no estará más...
Besos, abrazos, carantoñas y achuchones para Cifu... para que nos espere pacientemente junto a San Pedro y nos reciba, cuando allí lleguemos, con buena música, como siempre...
José Ardillo, Buenos días, Sísifo, La Vihuela edición, 2014
Es la historia de una huída imposible y de una búsqueda que nunca acaba de encontrar... exilios voluntarios para desligarse del orden cívico: "es el repliegue o la huida. Buscar otro lugar y empezar de cero. Pero esto, más que una solución, es una añagaza para evitar la cuestión principal. Porque el mundo no deja lugares privilegiados en los márgenes, no hay mérgenes, es imposible escapar."
Es la historia que algunos conocemos de cerca porque es un poco tambén nuestra historia... la historia de los que queremos huir y buscamos una y otra vez, como Sísifo, que en el siglo XXI es "una conciencia aturdida delante de un montaje colosal cuyos fines ignora...", porque "en el siglo XXI Sísifo está en paro, a perpetuidad. No realiza una tarea absurda, ya no, la sociedad tecnológica le ha liberado de la piedra. Le ha robado su piedra..."
José Ardillo, que se revela aquí como un grandísimo escritor de ficción, nos transmite la imposibilidad de cualquier esperanza porque "la gran amenaza del siglo XXI es que nadie quiere ser malo...", porque vivimos en "la edad de la 'guerra humanitaria' del 'capitalismo verde', de las 'clases menos favorecidas', de la 'justicia infinita', de las 'energías limpias', de los 'daños colaterales' y de las 'víctimas no implicadas'
"La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar."
Fernando Birri (director de cine)
Ítaca
Cuando emprendas tu viaje a Itaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.
Konstantinos Kavafis, Antología poética, Alianza Editorial, Madrid 1999.
Leon Tolstoi, La muerte de Ivan Ilich, Traducción de Augusto Vidal, Ediciones Folio, 2002
Obra breve y tardía de un maestro, La muerte de Ivan Ilich, ha sido considerada por algunos grandes de la literatura universal como una novela perfecta. Tolstoi, en su madurez, indaga, de forma magistral, en el sinsentido de la vida ("vanitas vanitatis") condenada desde el principio a un final que todos conocemos pero que nadie acepta ni quiere aceptar, porque la muerte es algo que siempre ocurre a los demás... a Ivan Ilich. Mientras aquella llega, la vida es un transcurrir de pequeños placeres, ansiedades, ambiciones, convencionalismos y frustraciones de todo tipo. La muerte, siempre presente en nuestras vidas, es considerada como algo extraño que siempre ocurre a otros y cuando la vemos de cerca la ignoramos hipócritamente. Tolstoi reflexiona sobre la muerte, sobre la compasión, y sobre el dolor de quien sabe que su vida se acaba.
El depurado estilo de Toltoi, sencillo pero profundo, irónico y sincero, convierte la lectura de esta obra en un auténtico placer y en una lección de vida que debería prepararnos para encarar de frente la muerte de los seres queridos y la nuestra.
Porque, volver a Tolstoi, una y otra vez, es casi una necesidad.
"Día tras día, se niega a los niños el derecho a ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños."
Un antiguo proverbio dice que Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestro silencio
La Biblia recoge también algunos proverbios con un sentido equivalente:
Necio callado pasa por sabio; el que cierra los labios por prudente.
Proverbios, 17, 28
Algunos refranes populares castellanos insisten en la misma idea:
En boca cerrada no entran moscas Asno callado es tenido por sabio contado Hablar sin pensar es como tirar sin apuntar En la boca tengo un grillo que está siempre diciendo: dilo, dilo, dilo...
En su última novela, Así empieza lo malo, Javier Marías tampoco calla cuando reflexiona sobre el hablar y sobre el callar. Parafrasea a Shakespeare, quien en el prólogo de la segunda parte de su obra Henry IV, pone en boca de Rumor estas palabras: "Abrid los oídos; porque, ¿cuál de vosotros cerrará el orificio que escucha cuando habla el sonoro Rumor? Yo, desde el oriente al encorvado oeste, con el viento como mi caballo de postas, aún despliego los actos iniciados en esta bola terrestre. Cabalgan sobre mis lenguas las incesantes calumnias, que pronuncio en todo idioma, atestando de falsas noticias los oídos de los hombres".
Porque... la calunnia e un venticello...
Siguiendo con Javier Marías, en otro momento de su última novela podemos leer: "Uno olvida mucho más lo que sale de su boca que lo que entra por sus oídos"; y más adelante: "...cada cosa que se le cuenta a uno deja su pequeña huella y siembra un mínimo de duda, por eso no es tan extraño que a veces uno no quiera oír más, cuando ya se ha compuesto su cuadro, o que prohíba hablar a los acusados, no vaya a ser que paulatinamente lo convenzan de su inocencia y suene a verdad su relato".
Sin embargo, a veces, es preciso hablar y no callar para que no nos ocurra como en las profecías de Isaías:
Maltratado, se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Isaías, 53, 7
Así pues, muchas veces, es preciso hablar y no callar "por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises, o amenaces miedo..."
EPÍSTOLA SATÍRICA Y CENSORIA CONTRA LAS COSTUMBRES PRESENTES DE LOS CASTELLANOS, ESCRITA A DON GASPAR DE GUZMÁN, CONDE DE OLIVARES, EN SU VALIMIENTO por Francisco de Quevedo y Villegas, 1630
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Hoy, sin miedo que, libre, escandalice,
puede hablar el ingenio, asegurado
de que mayor poder le atemorice.
En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.
Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.
Son la verdad y Dios, Dios verdadero,
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.
Si Dios a la verdad se adelantara,
siendo verdad, implicación hubiera
en ser, y en que verdad de ser dejara.
La justicia de Dios es verdadera,
y la misericordia, y todo cuanto
es Dios, todo ha de ser verdad entera.
Señor Excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.
Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas.
Yace aquella virtud desaliñada,
que fue, si rica menos, más temida,
en vanidad y en sueño sepultada.
Y aquella libertad esclarecida,
que en donde supo hallar honrada muerte,
nunca quiso tener más larga vida.
Y pródiga de l'alma, nación fuerte,
contaba, por afrentas de los años,
envejecer en brazos de la suerte.
Del tiempo el ocio torpe, y los engaños
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños.
Nadie contaba cuánta edad vivía,
sino de qué manera: ni aun un'hora
lograba sin afán su valentía.
La robusta virtud era señora,
y sola dominaba al pueblo rudo;
edad, si mal hablada, vencedora.
El temor de la mano daba escudo
al corazón, que, en ella confiado,
todas las armas despreció desnudo.
Multiplicó en escuadras un soldado
su honor precioso, su ánimo valiente,
de sola honesta obligación armado.
Y debajo del cielo, aquella gente,
si no a más descansado, a más honroso
sueño entregó los ojos, no la mente.
Hilaba la mujer para su esposo
la mortaja, primero que el vestido;
menos le vio galán que peligroso.
Acompañaba el lado del marido
más veces en la hueste que en la cama;
sano le aventuró, vengóle herido.
Todas matronas, y ninguna dama:
que nombres del halago cortesano
no admitió lo severo de su fama.
Derramado y sonoro el Oceano
era divorcio de las rubias minas
que usurparon la paz del pecho humano.
Ni los trujo costumbres peregrinas
el áspero dinero, ni el Oriente
compró la honestidad con piedras finas.
Joya fue la virtud pura y ardiente;
gala el merecimiento y alabanza;
sólo se cudiciaba lo decente.
No de la pluma dependió la lanza,
ni el cántabro con cajas y tinteros
hizo el campo heredad, sino matanza.
Y España, con legítimos dineros,
no mendigando el crédito a Liguria,
más quiso los turbantes que los ceros.
Menos fuera la pérdida y la injuria,
si se volvieran Muzas los asientos;
que esta usura es peor que aquella furia.
Caducaban las aves en los vientos,
y expiraba decrépito el venado:
grande vejez duró en los elementos.
Que el vientre entonces bien diciplinado
buscó satisfación, y no hartura,
y estaba la garganta sin pecado.
Del mayor infanzón de aquella pura
república de grandes hombres, era
una vaca sustento y armadura.
No había venido al gusto lisonjera
la pimienta arrugada, ni del clavo
la adulación fragrante forastera.
Carnero y vaca fue principio y cabo,
Y con rojos pimientos, y ajos duros,
tan bien como el señor, comió el esclavo.
Bebió la sed los arroyuelos puros;
de pués mostraron del carchesio a Baco
el camino los brindis mal seguros.
El rostro macilento, el cuerpo flaco
eran recuerdo del trabajo honroso,
y honra y provecho andaban en un saco.
Pudo sin miedo un español velloso
llamar a los tudescos bacchanales,
y al holandés, hereje y alevoso.
Pudo acusar los celos desiguales
a la Italia; pero hoy, de muchos modos,
somos copias, si son originales.
Las descendencias gastan muchos godos,
todos blasonan, nadie los imita:
y no son sucesores, sino apodos.
Vino el betún precioso que vomita
la ballena, o la espuma de las olas,
que el vicio, no el olor, nos acredita.
Y quedaron las huestes españolas
bien perfumadas, pero mal regidas,
y alhajas las que fueron pieles solas.
Estaban las hazañas mal vestidas,
y aún no se hartaba de buriel y lana
la vanidad de fembras presumidas.
A la seda pomposa siciliana,
que manchó ardiente múrice, el romano
y el oro hicieron áspera y tirana.
Nunca al duro español supo el gusano
persuadir que vistiese su mortaja,
intercediendo el Can por el verano.
Hoy desprecia el honor al que trabaja,
y entonces fue el trabajo ejecutoria,
y el vicio gradüó la gente baja.
Pretende el alentado joven gloria
por dejar la vacada sin marido,
y de Ceres ofende la memoria.
Un animal a la labor nacido,
y símbolo celoso a los mortales,
que a Jove fue disfraz, y fue vestido;
que un tiempo endureció manos reales,
y detrás de él los cónsules gimieron,
y rumia luz en campos celestiales,
¿por cuál enemistad se persuadieron
a que su apocamiento fuese hazaña,
y a las mieses tan grande ofensa hicieron?
¡Qué cosa es ver un infanzón de España
abreviado en la silla a la jineta,
y gastar un caballo en una caña!
Que la niñez al gallo le acometa
con semejante munición apruebo;
mas no la edad madura y la perfeta.
Ejercite sus fuerzas el mancebo
en frentes de escuadrones; no en la frente
del útil bruto l'asta del acebo.
El trompeta le llame diligente,
dando fuerza de ley el viento vano,
y al son esté el ejército obediente.
¡Con cuánta majestad llena la mano
la pica, y el mosquete carga el hombro,
del que se atreve a ser buen castellano!
Con asco, entre las otras gentes, nombro
al que de su persona, sin decoro,
más quiere nota dar, que dar asombro.
Jineta y cañas son contagio moro;
restitúyanse justas y torneos,
y hagan paces las capas con el toro.
Pasadnos vos de juegos a trofeos,
que sólo grande rey y buen privado
pueden ejecutar estos deseos.
Vos, que hacéis repetir siglo pasado,
con desembarazarnos las personas
y sacar a los miembros de cuidado;
vos distes libertad con las valonas,
para que sean corteses las cabezas,
desnudando el enfado a las coronas.
Y pues vos enmendastes las cortezas,
dad a la mejor parte medicina:
vuélvanse los tablados fortalezas.
Que la cortés estrella, que os inclina
a privar sin intento y sin venganza,
milagro que a la invidia desatina,
tiene por sola bienaventuranza
el reconocimiento temeroso,
no presumida y ciega confianza.
Y si os dio el ascendiente generoso
escudos, de armas y blasones llenos,
y por timbre el martirio glorïoso,
mejores sean por vos los que eran buenos
Guzmanes, y la cumbre desdeñosa
os muestre, a su pesar, campos serenos.
Lograd, señor, edad tan venturosa;
y cuando nuestras fuerzas examina
persecución unida y belicosa,
la militar valiente disciplina
tenga más platicantes que la plaza:
descansen tela falsa y tela fina.
Suceda a la marlota la coraza,
y si el Corpus con danzas no los pide,
velillos y oropel no hagan baza.
El que en treinta lacayos los divide,
hace suerte en el toro, y con un dedo
la hace en él la vara que los mide.
Mandadlo así, que aseguraros puedo
que habéis de restaurar más que Pelayo;
pues valdrá por ejércitos el miedo,
y os verá el cielo administrar su rayo.
"La culpa es más fuerte que mi deseo de enmienda, la culpa me impide intentarla, y lo único a lo que puedo aspirar es a que esa culpa haya pasado, a que sea ya tan vieja que sólo le quepa perderse en las nieblas en que se desdibuja cuanto desde siempre ha acontecido, hasta que los trazos acaban fundiéndose y resultan indistinguibles: lo bueno y lo ambiguo y lo contradictorio y lo malo, los crímenes y las heroicidades, la malevolencia y el desprendimiento, la rectitud y el engaño, el rencor que jamás se atenúa y el perdón obtenido por la fatiga de la víctima... (...) ...no nos queda más remedio que manejarnos con lo que hemos hecho u omitido y distraer nuestra culpa o aplacarla, y a veces la única forma de conseguirlo es aumentarla, procurar que las nuevas culpas cubran las más antiguas y las ensombrezcan o difuminen o minimicen, hasta que por fin todas hayan pasado y no quede cabeza en el mundo capaz de recordarlas, ni malvada y rápida lengua para contarlas, ni siquiera tembloroso dedo para señalarnos como causantes de nada."
So we meet again, my heartache
So we meet again, my friend
I should've known that you'd return
The moment I was summoned
So we meet again, my heartache
Like two lovers torn apart
Bound together by the breaking
Of a tired and torrid heart
So we meet again, my heartache
Just as leaves begin to change
How you've made my life a story
Filled with whirls you've rearranged
So we meet again, my heartache
Come and join me in my pain
You're the reason I remember
Every sweet and sad charade
So we meet again, my heartache
Come and sit with me a while
Rest your head upon my shoulder
Hide your face beneath my smile
So we meet again, my heartache
Hold the glasses stilled with wine
I hope you join me in my toast, my ghoulish host
And maybe stay a while this time.
Así que volvemos a encontrarnos, mi angustia
Así que volvemos a encontrarnos, amiga mía
Debería haber sabido que volverías
justo cuando estaba en vías de recuperación
Así que volvemos a encontrarnos, mi angustia
como dos amantes desgarrados
Ligados juntos por el rompimiento
de un corazón cansado y ardiente
Así que volvemos a encontrarnos, mi angustia
Tal como las hojas que comienzan a cambiar
Cómo tú has hecho de mi vida una historia
llena de remolinos que tú has reordenado
Así que volvemos a encontrarnos, mi angustia
Ven y únete a mi dolor
Tú eres la razón, te recuerdo
cada dulce y triste farsa
Así que volvemos a encontrarnos, mi angustia
Ven y siéntate conmigo un rato
Descansa tu cabeza en mi hombro
y esconde tu rostro bajo mi sonrisa
Así que volvemos a encontrarnos, mi angustia
Sujeta los vasos calmados con vino
Esperó que te unas a mí en mi brindis, mi morboso huésped
y quizá esta vez te quedes un poco más.
A los 19 años Melody Gardot pedaleaba por las calles de Filadelfia cuando un todoterreno (ya saben, esos coches diseñados para reforzar el ego de hombres dotados de miembros viriles casi imperceptibles para el ojo humano) se saltó un semáforo en rojo, la arrolló, le reventó la pelvis y le produjo múltiples traumatismos, algunos de ellos cerebrales.
Tardó meses en hablar de nuevo –su cerebro funcionaba, pero las palabras no conseguían escapar de su boca- y bastante más tiempo todavía en volver a caminar. Un neurólogo la animó a utilizar la música como terapia, así que canturreaba acostada en la cama y acabó grabando un disco allí mismo, más que nada porque le fallaba la memoria a corto plazo: era incapaz de recordar qué había hecho un rato antes.
Hoy todavía es hipersensible al sonido y la luz –de ahí sus gafas oscuras- y camina con un bastón. Uno de los doctores que la cuidaron comentó que no es posible separar su música del daño que sufrió. Al escuchar esa frase ella se queda un rato en silencio y replica: “¿Ray Charles era ciego, Ray Charles era músico o Ray Charles era un músico ciego? Creo que una puerta conduce a otra puerta. Estoy dónde estoy porque vengo de dónde vengo. Así que lo acepto de la mejor manera."
Es una estrella mundial del Jazz (o lo que sea) y canta como deberían hacerlo los ángeles si no estuviera seguro de que es imposible que ellos tengan la mitad del talento que ella derrocha en cada canción.
"No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro."
Milan Kundera, La insoportable levedad del ser
"Y así se desarrolla nuestra vida antes de que nos demos cuenta de ello. Y se nos escapa. Ya lo dijo el poeta: El modo como se nos escapan nuestras vidas es la vida.”